Ciudad de México, abril 19, 2024 16:19
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God bless America

Los cimientos de la política tradicional se han estremecido, Donald Trump ya es Presidente electo de los Estados Unidos y en enero de 2017 llegará a la Casa Blanca.

Contra todos los pronósticos aquí y en el mundo, Trump lo logra con un discurso discriminatorio y grosero: sexista, misógino, racista, antisemita, antilatino, homofóbico, y xenófobo.

¿Cómo nos explicamos este resultado? Hillary Clinton lo expresó bien: “Nadie nunca se imaginó que existía tal división en nuestra sociedad”, y precisamente tal polarización ideológica, ha dado como resultado que la democracia haya sido utilizada por la mayoría de los estadounidenses, a través de unos de sus más infalibles instrumentos: el manifestarse en contra de su forma de vida, del status quo en el muchos ciudadanos norteamericanos consumen su existencia, en completo silencio; en un silencio que incluye a las encuestas, a cualquier tipo de expresión pública, para hacerlo en la soledad de la casilla electoral con el objetivo de no dejar pasar a quien consideraron seguiría apoyando a las minorías y a los vulnerables; mismos, a los que también en silencio, culpan de su desventura personal.

Debemos comprender que los discursos radicales de Trump, qué pensaríamos podrían asustar a cualquiera en su sano juicio, representa, sin embargo, el cambio que muchos están buscando: el cambio de un modelo económico, político y social, a toda costa, y que no previó que Estados totalitarios nacieron de líderes con “buenas intenciones” y que terminaron por controlar todo lo que estaba a su alrededor, porque fueron elegidos por quiénes compraron la promesa de que la inalcanzable unidad como Nación, esta vez se vería cumplida.

La mayoría del pueblo de Estados Unidos de América, que hace 8 años decidió brindarle su confianza a un varón afroamericano para dirigir el destino de su gran nación, decide en silencio, cerrarle la puerta a una mujer de raza blanca, de 69 años, poderosa, con amplia experiencia en la política nacional, pero mujer al fin y al cabo, a la Presidencia. El sueño americano aún no puede concebir a una mujer que los gobierne, demoledora lección.

Donald Trump, supera a Hillary Clinton ante la sorpresa de la clase política mundial, de influyentes líderes de opinión, de casas encuestadoras, de mercados bursátiles, de los medios de comunicación más importantes de la orbe, porque logró convocar a muchos a compartir la exaltación desmedida por un liderazgo, el reclamo por cambiar al “hombre”, porque “expuso” los intereses subordinados a un Estado que todo lo vigila; porque los sedujo con historias románticas sobre el porvenir y la consolidación de una raza, que aunque no son más que signos alarmantes del control que se asoma en todos los aspectos de su relación con el mundo, hicieron eco en más votantes de los que la mayoría nos pudimos imaginar.

Las buenas intenciones de Trump se encaminan a satisfacer el orgullo y sueño americano de unos, a cambio de la desgracia y atropello de otros, sobretodo de la de nuestros connacionales inmigrantes cuya situación, de por sí inestable, se ve seriamente amenazada por alguien que apenas y los considera seres humanos.

La evolución histórica de la humanidad a través de los tiempos ha sido dolorosa y lenta, con avances y retrocesos, hoy, Estados Unidos ejerciendo su democracia, nos enseña una dura lección: elige cuestionarse todo, reinventarlo todo, sin importar que empiece de cero. God Bless America.

*Dinorah Pizano es vecina de Benito Juárez, ex Diputada Local y Especialista en Derechos Humanos por la Universidad Castilla-La Mancha.

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