Libre en el Sur

Vecinos en cuarentena / Tres ‘extraños’

POR ANA CECILIA TERRAZAS

Hasta el cierre de esta edición, la tarde del 28 de abril, me haría acreedora a los primeros puestos en contentura dentro de la alcaldía Benito Juárez.

¿Por qué? Porque en esta cuarentena estoy lanzada a la rutina de la cero-prisa; bendigo la salud, compañía y vida de mis vecinos y agradezco la oportunidad de poder sacar lo mejor de lo peor de la suma intensidad convivencial.

Confieso que incluso antes de esta pandemia el estar en casa me era muy familiar, muy deseable y siempre gozoso, sin soslayar el contexto doloroso y tremendo en el que ocurre este despeñadero de normalidades y certezas.

Para rastrear las fuentes no simples de la citada alegría, aclaro tres acepciones de la palabra extraño.

En el sentido de añorar, extraño a Inés. Hace 35 años que la veo dos veces por semana salvo en vacaciones. Hemos atravesado literalmente la vida juntas, desde la indeterminada adolescencia, hasta una apacible madurez. Hoy me puede terriblemente no saber en dónde vive ni quiénes serán sus vecinos ni si la colonia en donde está tendrá menos insumos básicos que contagios. Lo que ella hace semanalmente de quehacer doméstico por acá, ahora sabemos bien que implica una inversión mínima diaria, en promedio, de tres horas por cabeza (somos dos, seis en total). Pero lo que extraño muchísimo es su presencia, no su trabajo. En cuanto se pueda, donde quiera que esté, me lanzo a saludarla.

Extraño en su definición de ajeno aplica bien para el hombre esposo conviviendo conmigo de tiempo ultracompleto. Cohabitar sin tregua nos descolocó de la danza marital de casi 15 años alterando la atención, tensión y contención relacional. El amor, por fuerte que sea, sometido a la imposibilidad de un respiro aparte, tiene su chiste. Ya hoy, 45 días después con ese otro, con ese repentino extranjero, hemos podido consensuar, negociar y reemparejar hasta extraviarnos en este interesante viaje adentro, como equipo indisoluble.

Finalmente extraño en su vertiente de enrarecido es lo que les ocurre a los días de la semana. Digamos que ahora, con resultados de máximo disfrute y fuerte desubicación del tiempo, se miercoliza[1] la vida, se dominguiza cualquier momento y se puede topar una con misiones de lunes, por las noches sabatinas.

Así que, estos son los tres extraños saldos de mi quédate-en-casa, compartidos en homenaje a uno de los periódicos zonales más valiosos e independientes que hay en el país. Larga vida para Libre en el Sur, en su decimoséptimo aniversario.

[1] En alusión a La forma de los miércoles, libro de ensayos de Pablo Fernández Christlieb, publicado por www.editoraslosmiércoles.com

*Vecina de la colonia Actipan. Comunicóloga, teórica crítica, directora general de editoraslosmiércoles.com.

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