El pasado 12 de febrero se cumplieron siete años de que fue desmantelado en la esquina de Insurgentes Sur y Maximino Ávila Camacho el Parque California, último reducto verde de una “ciudad” deportiva que fue proyectada por el empresario Neguib Simón, de lo que ya sólo queda la Plaza México y el Estadio Azul en medio de grandes vialidades.
Siete meses después de la infame destrucción (septiembre de 1994), la Procuraduría Ambiental emitió una resolución en la que estableció que la DBJ contravino la legislación ambiental, e instó a esa autoridad a que restituyera los árboles removidos o talados. Pero hoy el predio es un estacionamiento público, cercado por vallas publicitarias no permitidas por la ley y que evidentemente rompen con la armonía arquitectónica del sitio.
En efecto, aquel invierno de 1994 fue desmantelado el parque, que originalmente formó una glorieta con el semicírculo que todavía ocupa la Fuente Monumental, al otro lado de Insurgentes, en la colonia San Borja. Con la autorización de la DBJ –que alegó haber tenido que entregar el predio por orden de un juez al legítimo propietario, la inmobiliaria Cosmex, S.A. de C.V.—, de allí fue arrancada a martillazos una escultura del artista Pedro Coronel –que finalmente fue abandonada en una bodega de la DBJ— y cercenado un fresno sano, a pesar de que se trata de una especie protegida por la ley de Salvaguarda.
Lo más absurdo del acto deleznable –y de que no haya sido restituido el parque para que jueguen ahí los niños de la colonias Ampliación Nápoles y Ciudad de los Deportes— es que nada se puede construir ahí, pues el lugar es considerado por el Plan Parcial de la zona como “espacio verde”. En cuanto a El Cazador de Estrellas, la escultura de Pedro Coronel que fue arrancada a punta de cincel y martillo, hasta la fecha no ha sido reubicada en ningún otro espacio público de la demarcación juarense.
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