Unas 400 personas que acudieron el domingo 7 pasado a una “visita guiada” organizada por la Secretaría de Cultura del gobierno capitalino por el parque de San Lorenzo, en la colonia Tlacoquemécatl Del Valle, quedaron sorprendidas con la historia de un pirul de la época colonial que cayó tras una tormenta y meses después reverdeció; aunque también escucharon que las autoridades delegacionales han incumplido su promesa de proteger el árbol con una reja, así como proveerlo de iluminación especial.
El árbol, conocido como El Guapo, cayó por tierra el 15 de septiembre del 2009, víctima de las inclemencias del tiempo y de la indolencia del gobierno del entonces delegado Germán de la Garza. Para el verano del año pasado sus ramas comenzaron a reverdecer. Los vecinos llamaron al hecho “el milagro de San Lorenzo”; el pirul se convirtió desde entonces en un ícono de la protesta cívica que ha denunciado la tala de más de 10 mil árboles durante la gestión de De la Garza. De tal forma, el 12 de junio pasado se realizó una ceremonia cívica en la que fue colocada próxima al árbol una placa conmemorativa. Las autoridades delegacionales se comprometieron ese día a protegerlo con una reja que hasta el momento está incompleta.
Ante el cuestionamiento de los paseantes que acudieron a la visita guiada del pasado domingo, Gorgé explicó –en lo que llamó “la presentación de El Guapo en sociedad”— que las autoridades se habían comprometido con él a que a más tardar el último día de febrero se colocaría el faltante de la reja y el alumbrado. No ocurrió así. Como tampoco, según se queja Carlos Morfín, coordinador interno de la colonia Tlacoquemécatl Del Valle, se han sustituido los 15 focos fundidos de los faroles del parque, así como un reflector que ilumina la iglesia de San Lorenzo y las lámparas del módulo de vigilancia, que fueron reportados en la DBJ con el folio 540.
A Gorgé y Morfín se encomendó explicar a más de 400 personas, que fueron divididas en 10 grupos, la historia de “el milagro de San Lorenzo”. Los dirigentes vecinales lamentaron ahí que, a pesar de ser ese árbol “un símbolo contra la tala de más de 10 mil árboles en la Delegación”, las autoridades tampoco han cumplido su promesa de restituirlos. “Si no completan la reja, menos van a reponer los árboles”, comentaron algunos paseantes.
Los descendientes de los pobladores originarios y los más antiguos vecinos del antiguo San Lorenzo Xochimanca sienten verdadera devoción por este árbol espectacular, cuya caída constituyó una tragedia que entristeció a quienes desde niños jugaron a su sombra y se enamoraron bajo su fronda, al grado de constituir todo un símbolo del parque de San Lorenzo, donde se ubica una capilla del siglo XVI dedicada al mártir y que está catalogado como monumento urbanístico protegido por la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Urbano del Distrito Federal.
Durante el trienio anterior, los residentes de la inmediaciones del parque libraron numerosas batallas por preservar su entorno histórico y natural, frente a los empeños devastadores del gobierno delegacional que encabezó Germán de la Garza. Primero, lograron frenar la tala inmisericorde de árboles que se pretendía perpetrar, aunque se perdieron más de 50 ejemplares sanos. Y después, organizados, pudieron impedir la perforación de un pozo hidráulico de más de 300 metros de profundidad en el corazón mismo del jardín, en cuya construcción estaban empeñados tanto el Sistema de Aguas como el propio De la Garza, que apoyó incondicionalmente el proyecto. De todo eso El Guapo fue testigo.
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