Vendedoras denuncian represión y defienden su derecho al trabajo
La ABJ advierte que no cederá a chantajes y que la prioridad son los vecinos.
STAFF / LIBRE E$N EL SUR
La alcaldía Benito Juárez lanzó un mensaje contundente contra la organización “Merkadita Feminista”, instalada en Viaducto y Avenida Cuauhtémoc, al afirmar que los comerciantes informales no contaban con permiso para vender y fueron retirados por personal de vía pública el miércoles 21 de agosto. Durante el operativo, la demarcación denunció que algunos de los comerciantes agredieron física y verbalmente tanto al personal de vía pública como a elementos de la Policía Bancaria e Industrial, lanzándoles incluso objetos.
En un comunicado oficial, la administración subrayó que estas acciones forman parte de un programa permanente de recuperación del espacio público y de ordenamiento vecinal. Según la versión oficial, las medidas buscan responder a los reclamos ciudadanos frente a bloqueos y disturbios que afectan a miles de personas que transitan por la alcaldía.
El gobierno de Benito Juárez recalcó que no cederá a chantajes, presiones ni al intento de confundir a la opinión pública con lo que llamó “agendas falsas”. Al mismo tiempo, sostuvo que reconoce el derecho al trabajo honesto de las personas, pero que no permitirá que la violencia y los bloqueos sean utilizados como mecanismos de presión. “La recuperación del espacio público se realiza en todo momento con estricto apego a la normatividad y pleno respeto a los derechos de las personas”, concluyó el pronunciamiento.
Desde la perspectiva de las mujeres que integran las mercaditas feministas, estos espacios son más que una fuente de ingreso: representan una forma de resistencia ante la violencia económica y la exclusión del mercado laboral formal. Surgidas durante la pandemia de COVID-19, muchas mujeres —incluidas madres, estudiantes y trabajadoras con horarios flexibles— se vieron obligadas a buscar alternativas como estos mercados solidarios en puntos como el Metro Bellas Artes o estaciones cercanas.
Estas ferias se caracterizan por operar sin cobro de piso, sin líderes, fomentan la rotación de vendedoras y constituyen redes de apoyo colectivo. Además de ser espacios de venta, se han convertido en lugares de acompañamiento legal, psicológico y de solidaridad entre mujeres. Las integrantes denuncian que enfrentaron violencia policial, agresiones de redes de ambulantaje y extorsiones; muchas fueron desplazadas de sus puntos originales y se replegaron a otras zonas céntricas.
Bajo consignas como “Aquí estamos y no nos vamos”, las vendedoras reclaman su derecho al sustento y denuncian que el sistema informal penaliza a quienes carecen de protección institucional. Consideran que su actividad no es un delito, sino una práctica legítima de economía feminista y autogestión frente a un sistema que las excluye.
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