Libre en el Sur

La amistad es una forma de amor

No se sabe aún si las relaciones tempranas por internet marcan igual en la vida

Por lo pronto, hay buenas noticias para la amistad: Expertos en psicología aseguran que ni las redes sociales ni la modernidad y sus prisas son un riesgo para ella.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

A propósito de la efemérides de San Valentín, que se festeja cada 14 de febrero, hay una frase que podría sintetizar lo que expertos en psicología refieren acerca de la amistad. Que es que ella trasciende al amor romántico. Aunque, aclaran, “la amistad es una forma de amor”. Por fortuna, hasta donde se ha podido estudiarlo, la amistad permanece segura en medio de la vorágine consumista y las prisas de los tiempos modernos y sus formas tecnológicas de comunicación.

Tal vez es que está bien guardada en lo más evidente, en esas expresiones tan coloquiales, según la apreciación del experto en desarrollo humano, Juan Carlos Pantoja: los amigos se cuentan con los dedos de una mano; a los amigos se les conoce en el hospital, en la cárcel; vine a trabajar, no a hacer amigos…

El maestro en psicología social de grupos e instituciones y doctor en ciencias sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana, explica que la primera expresión apela al cada día más escaso bien de la amistad, pues ser amigo implica brindar afecto, honestidad, franqueza, valores, empatía, condiciones propias de estabilidad psicológica, no muy comunes.

La segunda –dice Pantoja– nos refiere “a una hermosa condición humana y amistosa: la empatía con el otro”. Y la tercera expresión es la negación de la amistad en los entornos laborales, que hacen que estos lugares, donde pasamos gran parte de nuestra vida, sean vistos sean espacios insanos, infelices, improductivos. “¿Qué sucedería si cambiamos la formula?”, se pregunta el especialista.

Lo que sí es que no hay hasta ahora visos del aplastamiento de la amistad, como se podría pensar, por el cambio en las formas de comunicación: las redes sociales, la inmediatez y lo etéreo, sobre todo en el caso de las generaciones más jóvenes. Para Melissa García Meraz, doctora en Psicología Social por la UNAM, la amistad es perfectamente ajustable a estos tiempos, y no se puede afirmar que a través del Facebook o el WhatsApp, por poner solo algunos ejemplos, no puedan surgir verdaderas amistades. “Incluso Tinder”, suelta con ironía, desde su estancia de sabático en la Universidad Complutense de Madrid. “Cuando se trata de relaciones de coqueteo esporádico o simplemente establecer diálogos de acompañamiento, como ocurrió en la pandemia”.

La académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional no desestima ni a los emoticones. “Claro que se pueden desarrollar amistades a través de la tecnología”, sostiene. “La calidad de la amistad depende de muchos factores y lo presencial no es lo único”. La amistad también se puede interrumpir o destruir cuando es presencial, explica. Y en todo caso, no hay personas que tengan menos capacidad de amistad, sino de tener un círculo más o menos amplio de amigos. “No somos de una especie animal que pueda resistir fácilmente la soledad”, remata.  

Para Manuel González Oscoy las tecnología facilitan incluso la amistad. Pone un ejemplo elocuente: En otros tiempos no tan lejanos, una  carta por correo tardaba en llegar un mes, ahora es de inmediato. “No solo es la distancia –precisa–; también el tiempo aleja o acerca”. Hay ciertos factores que facilitan la amistad, más allá de las redes sociales, dice: la actividad, la familiaridad, el objetivo común. “El qué hacemos juntos”, enfatiza. Y afirma que por supuesto que a través de las redes sociales puede haber primero un acercamiento y luego un vínculo. Por eso mismo, explica, duele tanto ser bloqueado en un red social, “porque se le está anulando”.    

En todo caso –opina Melissa García Meraz — será necesario desarrollar investigaciones que ayuden a determinar si las relaciones tempranas de amistad, las de la adolescencia, suelen marcar la vida de los seres humanos de la misma forma a través de las tecnologías. Ese tipo de relaciones son las más significativas porque, hasta donde se sabe, perduran mucho más en el tiempo, son más significativas que las que se establecen en la edad adulta.

García Meraz coincide con González Oscoy, su colega en la Facultad de Piscología, que sostiene que en el amor se llega a dar algo muy parecido a la amistad. A los dos académicos se les pregunta si la amistad trasciende al amor romántico y los dos responden: Sí. “Pero la amistad es una forma de amor”, acota de inmediato el profesor en la licenciatura de psicología y en la maestría de psicoterapia de la adolescencia. “En el amor hay más tolerancia que en el amor justo porque no hay una exclusividad. Hay más aceptación en la amistad que en el amor”.

Considera que quien no busca amigos es aquel que padece un trastorno. “Los amigos son indispensables para el ser humano, es lo que nos hace diferentes. En el amor romántico lo más básico es la sexualidad. No podemos saber si otras especies tienen amistad, pero sí sabemos que tienen sexo para reproducirse”, dice González Oscoy. Así es que en el amor de pareja, según explica, puede darse una forma de amistad asexuada al paso de los años: compañía, tolerancia, aceptación, complicidad, seguridad, consejo… Es la teoría triangular del amor: la parte erótica se va difuminando, a veces por razones fisiológicas. Pero perdura el compromiso, el “puedo contar contigo”.

Será necesario desarrollar investigaciones que ayuden a determinar si las relaciones tempranas de amistad, las de la adolescencia, suelen marcar la vida de los seres humanos de la misma forma a través de las tecnologías.

También existen los llamados “matrimonios bostonianos”, que son otra forma de amistad. Los miembros de una congregación o amistades de parientes con los que se comparte el mismo espacio. “O como Beto y Enrique, los de Plaza Sésamo, que eran amigos pero no una pareja”, suelta el psicólogo con humor. 

“La finitud es inesperada, impredecible, ante ella nadie estamos exentos. La amistad es lo único que nos da constancia de que ha valido la pena el encuentro con ella”, dice Juan Carlos Pantoja. “Por ello pues, sigamos eligiendo y cultivando a nuestros amigos”.

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