FRANCISCO ORTIZ PARDO
El dato oficial yace cual moneda diminuta de 50 centavos que ha quedado encuevada por el remate estrambótico de la pata de la mesa de caoba en un salón alargado de Palacio Nacional. Y así como en el edificio virreinal nada puede notarse de la “austeridad republicana”, la información oficial que permanece en letras chiquitas nada dice de que los más pobres en este país se hayan beneficiado con la llamada Cuarta Transformación.
Referidos, mentados, utilizados a lo largo de los años en un sinfín de discursos por Andrés Manuel López Obrador –para enmarcar aquella filosofía de “Primero los pobres” que sedujo incluso a gente ilustrada y acomodada de la clase media con la que llegó al poder y a la que hoy vilipendia—, las personas con mayores carencias en este país, “los más humildes”, que les dice, reciben hoy del gobierno menos dinero del que se les entregaba en el sexenio del priísta Enrique Peña Nieto.
La información del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) es elocuente. Y la caída estrepitosa: La proporción de ingresos por programas sociales en el 10% de personas que viven en condiciones deplorables –lo más pobres entre los pobres– pasó de representar el 24% de su ingreso familiar en el 2018 al 14.8% en el 2020 (7.6 puntos de diferencia). En el segundo decil de entre los más pobres, la caída fue de dos décimas, de 8.9 a 8.7%.
En suma el quintal de las familias más pobres del país (20 de cada 100) recibe actualmente del gasto social del gobierno apenas el 11.7% del ingreso con el que cuenta.
Y resulta que esa estadística de pauperización no es acreditable a la pandemia, porque como en general las familias han visto disminuidos sus ingresos, la proporción de apoyos gubernamentales debería verse reflejado en un porcentaje aún mayor pero no es así porque los apoyos han disminuido.
En contraste los más ricos, ubicados en el décimo decil de la estadística, vieron aumentados sus ingresos por apoyos gubernamentales de .4% que tenían en 2018 a 1% en el año 2020.
Sin posibilidades reales de evaluar el impacto que ha tenido la eliminación de programas sociales y fideicomisos por parte del gobierno federal (el presidente es especialmente alérgico a ese tipo de estudios), lo que es un hecho es que esos recursos no han sido reorientados a la gente que vive en pobreza extrema o alimentaria, según se desprende de los propios datos oficiales.
Eso, independientemente de que la población en pobreza extrema pasó de 8.7 millones de personas en el 2018 a 10.8 millones de personas en el 2020, lo que equivale al 8.5% de la población total.
Quienes viven en pobreza moderada pasaron de ser 43.2 millones de personas en el 2018 a 44.9 millones de personas en el 2020, es decir el 35.4% de la población total.
comentarios