Es justo decir que lo alertamos. Y que en vez de tomarlo en cuenta optó por la agresión. Todavía eran días de campaña. El entonces candidato panista a la jefatura delegacional, Jorge Romero Herrera, salió de un acto proselitista en la colonia Nápoles a justificar ante los directivos de Libre en el Sur el comportamiento de su benefactor, el actual dirigente albiazul juarense, Luis Mendoza, que sin la menor prudencia había lanzado acusaciones de que no contestaba llamadas telefónicas a este medio por publicar “notas a favor de (la candidata perredista) Lety Varela”. Para ello, Romero hizo un reclamo que resultó doblemente imprudente, ante el azoro de quien esto escribe: “Es que a mí sí me molestó que publicaran las encuestas que daban empate técnico”. Con más palabras, se le hizo saber al candidato lo obvio: El periodista no trabaja por el interés de los políticos. En efecto, vale decir que este periódico dio a conocer, en su edición impresa de mayo, un promedio de tres encuestas electorales –de las empresas Nodo, SigmaDos y Covarrubias— de lo que resultaba un empate técnico entre ambos candidatos. Hoy que los resultados de diversas encuestas han sido puestos en entredicho por haber sobreestimado la ventaja con la que ganaría el priísta Enrique Peña Nieto, es de resaltar que Libre en el Sur acertó en su publicación: De acuerdo con los resultados oficiales, aunque están impugnados por el PRD, Romero ganó apenas por 498 votos (0.2% de diferencia). Pero no es de extrañar la soberbia con que se manejan ciertos azules, cuando por tanto tiempo trataron a los juarenses como reses con la marca de “panistas” –lo que me parece francamente un insulto (seguro estoy que el fundador Manuel Gómez Morín también se indignaría) en tratándose de ciudadanos libres, preparados y con plena capacidad de reflexionar su voto y cambiarlo cuando se les antoje— a la vez de que erraron en sus cálculos sobre los votos “duros” que supuestamente tendría aquí ese partido. Y claro, tarde o temprano ese mito autoritario tendría que caer, como sucedería en cualquier democracia moderna. Los juarenses (¡que no benitojuarenses, por favor!) no son ni panistas, ni perredistas, ni priístas… Y tampoco se tragaron fácilmente ese otro engaño de que vivimos en el mejor lugar porque tenemos los mayores indicadores de desarrollo humano del país (niveles educativo, de ingresos promedio y salud, según el PNUD), en lo nada tiene que ver el gobierno delegacional, ni para bien ni para mal (también se enojaron porque advertimos a tiempo el error que resultaba pregonarlo). El castigo de los votantes llegó, pues. Pero como no hay autocrítica, Jorge Romero ha optado por desatar a sus pequeños “demonios” contra este medio, a través del twitter (los mensajes de sus huestes, además de vulgares, son una oda a la ignorancia). Es deseable que pronto entienda –y aprenda a respetar— la labor del periodista libre. Él ganará con eso.
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