En su origen tricolor se incluyeron las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad; luego, independencia, unidad y religión
STAFF / LIBRE EN EL SUR
La bandera mexicana tricolor superó su bicentenario y a lo largo de esa temporalidad se ha transformado y adquirido connotaciones que hoy no tenemos por qué renunciar, considera el especialista del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), Jorge Eugenio Traslosheros Hernández.
La conmemoración del Día de la Bandera Mexicana se estableció, de acuerdo con la página oficial del gobierno de México, el 24 de febrero de 1934 y oficialmente fue reconocida en 1940 por decreto del entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río.
En 1821 Agustín de Iturbide buscó dar garantías a los mexicanos al declarar la Independencia de México, es entonces cuando se crea este símbolo patrio, refiere la información gubernamental.
Jorge Traslosheros subraya que por su historia el lábaro patrio no es un símbolo religioso, sino nacional que reúne y “representa muchísima historia; esa es realmente la dimensión que nos importa”.
El especialista universitario en libertad religiosa y Estado laico, indica que el origen tricolor es el movimiento Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide. En ese contexto se eligieron el verde, blanco y rojo “porque son los colores de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, y se les dio una connotación dentro de la cuestión de su época (siglo XIX), que es independencia, unidad de todos los habitantes y religión”, puntualiza.
El motivo por el cual se le otorgó ese significado, explica Traslosheros, es debido a que era “una sociedad confesional”: se pensaban católicos porque la tradición era serlo, era la religión oficial de la monarquía de España.
“Apenas es lógico entender que utilizaran estos referentes religiosos y hablaran de la defensa de la religión católica como única, esto también está en la Constitución de Cádiz; es decir, no nos referimos a algo sin sentido”, detalla con motivo del 88 aniversario del Día de la Bandera Mexicana.
Por lo anterior, el primer intento de construir un Estado nacional independiente tenía que seguir la misma tradición y lo que se intentó fue la formación de uno confesional, es decir, un Estado nacional católico; esto simplemente no fructificó, y se constituyó uno laico.
El especialista universitario recuerda que luego de la Independencia se le colocó el águila: la imperial, la republicana, porque también es un referente profundo dentro de la tradición virreinal; es decir, la identidad del patriotismo mexicano que después se va a desarrollar como un nacionalismo, la cual está dada por una raíz indígena profunda.
Tenemos entonces la primera bandera del imperio mexicano que incluye el águila, la cual hace referencia a esta tradición de un pasado clásico prehispánico y la realidad de un mundo confesional.
Sociedad plural y diversa
En opinión de Jorge Traslosheros, actualmente nuestro deber es simplemente explicar la historia de este símbolo patrio, tal y como fue. Y agrega:
“No hay que negar nada, la tentación política de la historia oficial siempre es negarla para construir una narrativa a modo. Don Miguel Hidalgo era un sacerdote, y dentro de la tradición del pensamiento católico está el derecho a la rebelión contra las tiranías; en ese momento se consideró eso, y entonces había que luchar por la autonomía, esa fue realmente la lucha de Hidalgo y eso es profundamente católico, incluso sigue presente en el Código de Derecho Canónico”.
El experto explica además: “hay quienes no rinden honores a la bandera mexicana porque solo deben ‘rendirlos a Dios’; es una interpretación, no es una ofensa. En el otro extremo tenemos a quienes el 12 de diciembre revisten y rodean a la misma imagen de la Virgen de Guadalupe con la bandera nacional. Nos tenemos que acostumbrar a la libertad de una sociedad democrática sin escandalizarnos de nada”.
Un Estado laico, aclara, no está contra la religión, es aquel que permite que a nivel de sociedad civil se expresen distintas religiones; se fundamenta en un Estado de derecho y la vigencia de las garantías fundamentales, una de los más importantes es la libertad religiosa.
“Ese es nuestro gran reto: el Estado debe ser laico porque la sociedad no lo es, es plural y diversa. Hay que procurar que esto se manifieste en un ambiente de tranquilidad y de paz”, precisa.
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