El inmueble que durante siete décadas ocupó la esquina sur poniente de Millet e Insurgentes Sur, frente al Parque Hundido, es una nueva e irremediable víctima de la picota. Fue la cuna de Libre en el Sur, testigo del devenir juarense durante 14 años.
Por Francisco Ortiz Pinchetti
Otra construcción emblemática de la delegación Benito Juárez, ubicada en plena avenida de los Insurgentes Sur, es víctima de la picota destructora. Se trata del edificio “María”, que durante más de 70 años fue vigía inmobiliario del icónico Parque Hundido de la colonia Extremadura Insurgentes.
En el quinto piso del edificio de siete niveles estuvieron durante más de diez años las oficinas de este también ya emblemático periódico zonal juarense. Fue de hecho su cuna, pues ahí se elaboraron los números “0” de Libre en el Sur y ahí ocurrió el lanzamiento de nuestra edición impresa mensual, en abril de 2003.
La dirección oficial del edificio “María” era la del número 83 de la calle bautizada como Juan Francisco Millet en honor del célebre pintor realista francés de mediados del siglo XIX, por donde estaba el acceso. Sin embargo, ocupaba la esquina con Insurgentes Sur, en una zona donde existieron establecimientos de gran tradición, parte ya de la historia de Benito Juárez.
En ese tramo de Insurgentes Sur, entre Millet y el actual Eje 7 Félix Cuevas-Extremadura, estuvieron en la acera poniente la panadería y restaurante La Veiga, donde actualmente se levanta una inmensa construcción para oficinas corporativas; el supermercado Sumesa (en la esquina con Extremadura) y el restaurante Konditori, en el cruce con Carracci; enfrente, la Tintorería Francesa, que ocupaba el predio en el que actualmente se ubica la unidad Del Valle de la cadena Sanborns.
En diferentes épocas, el edificio “María” fue sede de las oficinas de pequeñas empresas, despachos de abogados y consultorios médicos. También funcionaron ahí algunas nacientes ONG´s dedicadas a la promoción popular y a la defensa de los Derechos Humanos.
Su ubicación privilegiada frente al parque “Luis G. Urbina”, conocido como Hundido, dio al célebre inmueble una enorme plusvalía, de la cual se beneficiaron económicamente los dueños, pero que para los inquilinos significaba una hermosa vista del jardín público más representativo de la Delegación juarense y de la capital misma.
Justo enfrente del “María” existía una casona con frontón, a la que acudían numerosos jugadores, catalogada como monumento por el INBA debido a su valor arquitectónico y urbanístico. Con el paso del tiempo y la muerte de sus propietarios, la residencia fue vendida a unos desarrolladores inmobiliarios. Sus nuevos dueños, sin acatar las disposiciones legales, procedieron a su demolición e iniciaron la construcción de tres torres ¡en pleno parque Hundido!.
Desde las ventanas del quinto piso, Libre en el Sur descubrió y fotografió, para luego denunciarlo, tamaño abuso y evidente irregularidad, lo que dio lugar a una movilización vecinal para detener la obra.
Finalmente, luego de una histórica lucha ciudadana encabezada entre otros por el vecino Héctor Rojas Pruneda, actual presidente de la Asociación Civil “Amigos del Parque Hundido”, el gobierno de Marcelo Ebrard Casaubón, intervino para que el pedio fuera comprado a los propietarios por el propio GDF y la Delegación Benito Juárez.
La incipiente construcción, que incluía ya los cimientos de las pretendidas torres condominales, fue demolida y en su lugar se dispuso una nueva área ajardinada y una rampa de acceso para personas con capacidades diferentes.
En la planta baja del edificio “María”, justo en la esquina de Millet con Insurgentes Sur, funcionó durante muchos años un restaurante especializado en cabrito al pastor, La Troje, que en alguna ocasión sufrió un incendio sin mayores consecuencias.
Ese local fue posteriormente ocupado por un buen negocio de comida mediterránea, el Petrus, y finalmente, ya en los últimos años del inmueble, por la taquería El Califa, cuyas instalaciones implicaron una remodelación total del local, con grandes ventanales.
La demolición del Edificio “María”, que estaba integrado por dos cuerpos de construcción, avanza aceleradamente. Pronto habrá desaparecido. Quedará libre el terreno de enorme valor –con otro adjunto sobre Insurgentes, ya desocupado— en el que seguramente se levantará un nuevo monstruo inmobiliario. Otro trozo de la fisonomía de esta ciudad se habrá perdido. Es la modernidad, dicen algunos.
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