Si la contienda por la Presidencia de la República empieza a decantarse, a cobrar más forma entre sus posibles precandidatos (Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto Cordero, en ese orden por el PAN; Marcelo Ebrad y Andrés Manuel López Obrador, también en ese orden por las izquierdas, y Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, por el PRI), la contienda por la capital del país se torna más incierta e interesante. Hoy por la silla presidencial están dibujados dos gallos, ambos priístas, pues en fechas recientes ha cobrado relevancia la figura del senador sonorense, quien se ha pronunciado por, antes que nada, un proyecto de Nación, en momentos en los que parece que el país va a hacía un hoyo negro. Lo de Beltrones es pues lo que podría cambiar el rumbo de la próxima disputa por los destinos del país.
Mientras que por el mando de la ciudad de México, la capital del país, la disputa es aún indefinida, nebulosa. Por el PRI levantó la mano la diputada federal Beatriz Paredes, quien en entrevista telefónica mostró abiertamente su interés por obtener la candidatura de su partido para luchar por el gobierno capitalino, candidatura que sin muchos trabajos obtendrá para enfrentar a quien resulte electo (a) de la larga lista de interesados e interesadas que hay en el PRD. Y aunque el actual titular de la Comisión Nacional del Agua, José Luis Luege también se ha apuntado por Acción Nacional, sus posibilidades de triunfo al interior de su partido, y más aún, en la batalla defense se ven muy remotas. El Partido de la Revolución Democrática luce casi invencible. Podría perder si elige al peor de sus postulantes o bien que se agudizaran las luchas internas entre las diversas tribus al interior.
Beatriz Paredes podría ser la gran sorpresa. No hay que olvidar que el candidato priísta mejor ranqueado en pos del gobierno federal, Peña Nieto, la ha señalado como la mejor figura para gobernar el Distrito Federal y recuperar la capital para el PRI luego de 15 años de mandatos perredistas. A su vez la ex gobernadora de Tlaxcala se ha manifestado por, si es que los votos la favorecen, un gobierno de inclusión de diversas fuerzas políticas e integrado por diversas personalidades, ante la exigencia de los capitalinos de un cambio, un cambio que nos devuelva la calidad de vida.
Y ello viene a cuento porque el delfín de Ebrad, el actual secretario de Educación del gobierno del DF, Mario Delgado, privilegiado y consentido, no convenció a nadie cuando afirmó tener más de 1.5 millones de firmas comprometidas como votos en caso de ser él designado por el PRD, en un acto efectuado el pasado fin de semana con el fin de mostrar su músculo político, a escasos metros donde Peña Nieto le alzaba la mano a Beatriz Paredes. Falta mucho por saber quién será el ungido o la ungida –como dijera mi querido amigo Fidel Samaniego– por las izquierdas capitalinas, capaz de refrendar las aspiraciones de triunfo de un perredismo fragmentado, dividido, en ruta de colisión.