Por Dinorah Pizano
La nueva estructura constitucional para el Distrito Federal está en estos momentos a debate en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, con el fin de dar mayores facultades y mayor autonomía a la capital de la República.
Así, el pasado 15 de septiembre quedó instalada formalmente la Asamblea, que tendrá que configurar en tan solo 6 meses -deberá estar lista para el 31 de marzo, 2017- la nueva Constitución de la Ciudad de México dándole un nuevo rostro a una Ciudad de Libertades.
Por tanto, es fundamental en el proyecto, lograr concretar un pacto social con los habitantes de nuestra Ciudad, buscando resarcir los derechos políticos que se han visto disminuidos en distintos momentos en cuestiones tales como la autonomía presupuestal y el techo de endeudamiento, la designación de los mandos policiacos, la imposibilidad de contar con un cuerpo normativo constitucional, y como ya lo referimos en la entrega anterior, el no considerar como un factor importante la responsabilidad que implica ser la capital de país y enfrentar todas las manifestaciones públicas, y la carga económica que implican, por conflictos generados en el interior del país.
Sin embargo, tampoco sería justo ni realista, señalar que tales condiciones han sido limitantes de posibilidades de desarrollo en el otrora Distrito Federal, en virtud de que en la vía de los hechos, ya se han dado cabida a muchas las formas de pensamiento, cultura, arte y diversidad. Hemos visto fortalecida la exigencia de derechos que propician satisfacción y dignifican a la persona, derechos que le posibilitan ser y relacionarse con otras realidades. Todo lo anterior es fundamental considerando, que aún existen estructuras ortodoxas que impiden el disfrute y goce de las conquistas sociales; del real disfrute de ése contrato social, que no puede ser otro que el que nos permita vivir nuestra vida en el marco de ley que lo vio nacer, en libertad, respeto, armonía, sana convivencia, tolerancia, expresión, y desarrollo.
Si bien es cierto que la Reforma Política fue concebida, entre otros temas, para abatir las desigualdades, garantizar el progreso distributivo y el bienestar social; la nueva Constitución, sin duda no resolverá todos nuestro problemas, pero estoy convencida que sí brindará las herramientas para una nueva organización en nuestra sociedad, en nuestra vida diaria, haciendo respetar todas las ideas, y resolviendo los conflictos de interés de las personas.
Lo anterior con una perspectiva transversal de derechos humanos que garanticen el derecho a la ciudad, el derecho a la buena administración con todas y todos los ciudadanos como actores y testigos de tales derechos exigibles y judiciables. En todo ello, se deberá reconocer la diversidad y la pluriculturalidad de la ciudad con base en la diversidad de sus tradiciones y expresiones locales, nacionales y del orbe.
Se deberán incluir a su vez, nuevos derechos como los de las familias, la dignificación del trabajo, de las personas trabajadoras no asalariadas, el derecho a la ciudad, al espacio público, a la democracia, a la buena administración, a una renta básica progresiva, a la memoria; al cuidado y protección de los animales, a los derechos culturales, entre muchos otros.
Es así que la Constitución CDMX sí incidirá realmente en nuestra vida cotidiana. Sin embargo es imperativo, para que este supuesto se realice, esforzarnos en participar; asegurándonos que todas y todos l@s diputad@s constituyentes, escuchen nuestra voz.
*Dinorah Pizano es vecina de Benito Juárez, ex Diputada Local y Especialista en Derechos Humanos por la Universidad Castilla-La Mancha.
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