Los establecimientos mercantiles de diversos ramos que funcionan en Benito Juárez, han dado ejemplo en el cumplimiento de las normas de seguridad para sus clientes ante la pandemia del Covid-19.
FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI
Ante la emergencia económica causada por la pandemia del Covid-19, los restauranteros y comerciantes en general de la alcaldía Benito Juárez han respondido con una mezcla de responsabilidad, disciplina e ingenio, que ha permitido un regreso ordenado y paulatino a la normalidad.
En nuestra demarcación, cuya actividad económica normal es una de las más altas entre las alcandías capitalinas, con un valor aproximado de casi tres mil 600 millones de dólares anuales, funciona un altísimo número de establecimientos mercantiles de muy variados ramos. Desde grandes centros comerciales y mercados públicos hasta pequeñas tiendas de barrio, pasando por restaurantes, bares, fondas, taquerías, estéticas, salones de belleza, farmacias, papelerías, tortillerías, tiendas de conveniencia, panaderías, gasolineras, farmacias, cafeterías, veterinarias.
Y si los vecinos de Benito Juárez han dado muestra de disciplina y responsabilidad ante la pandemia, al grado de encabezar durante varias semanas la lista de alcaldías con mayor índice de uso de cubrebocas en vía pública, por ejemplo, los comerciantes –hay que reconocerlo– han respondido con similar esmero para cuidar la seguridad sanitaria de sus clientes, como constató Libre en el Sur en un recorrido por las zonas de mayor actividad mercantil. Y es notable el nivel de cumplimiento de la norma, en apoyo a las medidas adoptadas desde el inicio de la emergencia por las autoridades de la Alcaldía, en una evidente mayoría de establecimientos.
Esta actitud ha incidido sin duda en que Benito Juárez se cuente entre las cuatro alcaldías capitalinas con menor índice de contagios
Así, vemos cómo los locatarios de mercados públicos como el Lázaro Cárdenas, en la colonia Del Valle, o el de Portales, han materialmente “blindado” sus puestos con plástico transparente, usan cubrebocas y mascarillas y controlan el acceso de clientes, a los que se obliga al uso de cubrebocas, se les toma la temperatura y se les ofrece gel antibacterial antes de entrar.
Controles similares se han establecido en los centros comerciales como Parque Delta, Plaza Patriotismo, Plaza Universidad, Centro Manacar o Galerías Insurgentes, así como los OXXO, Seven Up y otras tiendas de conveniencia o barriales.
En un estanquillo de la colonia Tlacoquemécatl hay al menos cinco cartulinas con diversas advertencias de que es obligatorio el uso de cubrebocas, sin lo cual no podrán ser atendidos los clientes. En una tortillería de la calle Fresas, se las ingeniaron para despachar y cobrar a través de un sistema de plásticos que impiden todo contacto entre el despachador y el cliente.
En una taquería de la calle Augusto Rodin, en Extremadura Insurgentes, los dueños se las ingeniaron para inventar unos separadores movibles, individuales, que permiten a dos personas sentarse en la misma mesa pero debidamente protegidos por la barrera de vidrio.
En establecimientos de Narvarte, Nápoles, Del Valle o Mixcoac, es ahora común que se saquen mesas a la acera, para lo cual la alcaldía ha dado un permiso especial, de modo que los comensales puedan ser atendidos al aire libre. En la Fonda 99.99 de la calle Moras, un gran letrero propone: “pida desde su auto”.
Se cumple a cabalidad, en la mayoría de los casos, la observación de la “sana distancia” y el uso de cubrebocas por parte del personal, ya en tratándose de los meseros de un restaurante o los dependientes de tiendas y otros establecimientos, así como el uso de tapetes desinfectantes en la entrada y muy especialmente el controlar el número de personas que ingresan.
Esta actitud ha incidido sin duda en que Benito Juárez se cuente entre las cuatro alcaldías capitalinas con menor índice de contagios y que sólo una de sus colonias aparezca en la lista de las 158 prioritarias por su alta incidencia.
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