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Cómo el envejecimiento disminuye la capacidad del sistema inmune

CUERNAVACA, MORELOS, 05NOVIEMBRE2019.- La publicación de periódicos en papel parece estar condenada a desaparecer ante la masividad de medios digitales. México, con más de 120 millones de habitantes, sólo tiene un tiraje diario de menos de un millón de periódicos impresos. En la imagen un anciano compra varios periódicos en un puesto en la colonia Satélite. FOTO: MARGARITO PÉREZ RETANA /CUARTOSCURO.COM

ANDRÉS ZIMBRÓN

El sistema inmunológico del ser humano es complejo, está conformado por diferentes tipos de células que residen tejidos o circulan en la sangre, con intrincados mecanismos reguladores para controlar su funcionamiento e interacción entre sí. A raíz de la pandemia por Covid-19, la interacción entre el envejecimiento y la respuesta inmune al virus SARS-CoV-2 ha atraído gran atención.

La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado ampliamente que las personas mayores son más susceptibles a la Covid-19 y una vez infectadas, la consecuencia es mucho más grave. Entre los infectados hay una mayor tasa de riesgo en personas de 65 años o más. Las muertes asociadas con la Covid-19 están dejando secuelas como insuficiencia respiratoria, sepsis, insuficiencia cardiaca, lesión renal, coagulopatías, entre otras.

Shai Shen-Orr, inmunólogo del Instituto de Tecnología de Israel Technion, explicó en entrevista para BBC Mundo que personas de 80 años de pueden tener un sistema inmune de alguien de 62. En cambio, pacientes de 60 pueden tener un sistema inmune de alguien de 80 años o más. “El envejecimiento del sistema inmunológico, es un factor clave para que las personas superen la patología” destacó.

Asimismo, el propio Shen-Orr destacó que el sistema inmune de una persona está compuesto por dos partes, cada uno de ellos contiene distintos tipos de células. La primera línea, trata de contener la Covid-19 y es la respuesta inmune innata, una parte del sistema inmune que tiene células involucradas como la célula asesina neutral (NK). Así como macrófagos, neutrófilos, monocitos (MC), células detríticas (DC), entre otras que pueden reconocer y destruir el patógeno invasor y las células infectadas de una forma más específica.

Por otra parte, existe la respuesta inmune adaptativa que el inmunólogo del Instituto de Tecnología de Israel explica: “Es la segunda línea de protección involucra células T (TC) y las células B (BC) generando una respuesta específica al patógeno invasor (en este caso el SARS-Cov-2)”. Los CT y BC generan receptores específicos (TCR y BCR) en su membrana celular a fin de poder reconocer antígenos específicos. Al unirse a un antígeno específico las células B inmaduras se activan, proliferan y se diferencian en células plasmáticas para producir un anticuerpo específico que puede neutralizar y guiar la destrucción del patógeno.

Otro problema es la edad que genera más inflamación en la sangre y en los tejidos, algo que en inglés es llamado inflammaging, un acrónimo de las palabras inflammation y ageing (envejecimiento). “Además de no funcionar de forma óptima, las células del sistema inmune tienden a causar inflamación, una situación que multiplica el riesgo de contraer más enfermedades”. Ello agregó Janet Lord, directora del Instituto de Inflamación y Envejecimiento de la Universidad de Birmingham en Reino Unido.

“Todos estos cambios se producen a medida que la edad se va convirtiendo en un factor, ya que provoca una mayor dificultad para recuperarse de una infección o una herida y algunas infecciones se pueden tornar crónicas”. Así lo describe Encarnación Montecino, investigadora de la Universidad de California, Estados Unidos.

Dada la complejidad del sistema inmunológico, no es sorprendente que los fenotipos de envejecimiento a nivel celular-molecular sean muy complejos. En lugar de una simple falla de componentes particulares, el envejecimiento provoca cambios provocando una desregulación del sistema inmune. Según los propios especialistas, el envejecimiento causa una respuesta inmune innata disminuida al alterar la función de los receptores. Además, el estilo de vida y la genética son características de cada individuo que pueden marcar una diferencia en la calidad del sistema inmune.

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