Sirvan estas primeras líneas del año que comienza para honrar al último de los tres gigantes del periodismo nacional del pasado y del presente siglo. La madrugada de éste lunes 7 de enero partió a su última misión especial el enorme Julio Scherer García, director general de aquel gran Excélsior que dirigió con valentía frente al poder absoluto del presidencialismo; creador y fundador de la revista Proceso, pero sobre todo mentor de las mejores generaciones de reporteros-reporteros que ha dado éste país. Murió a poco más de un mes de la partida de su gran amigo y cómplice Vicente Leñero.
Aún lo recuerdo en el tercer piso de Reforma 18 con sus enormes manazas palmeando y arengando a los jóvenes que queríamos ser reporteros de su prodigioso diario: “Vaya don Víctor –me dijo con su alentadora voz de mando absoluto—averigüe, investigue, indague, pregunte y coteje datos. Y si su la nota es buena, se la publico”. Así fue y me dio la oportunidad de iniciar mis primeros pasos como reportero de policía en la primera de noticias de Excélsior. De ahí para adelante –pensé soñador—todo depende de mí y mi aplicación. Empero, vendría el golpe contra Excélsior perpetrado por el gobierno de Luis Echeverría y los sueños se pulverizaron.
Encabezados por Julio Scherer García y Manuel Becerra Acosta y frente a la violencia desplegada por los sombrerudos de Regino Díaz Redondo, quienes nos obligaron a punta de pistola y metralleta a replegarnos en la redacción de Excélsior, donde reunidos todos los reporteros con nuestros líderes votamos por dejar las instalaciones de Excélsior, antes de que hubiese heridos, y enfilarnos al desempleo. Habíamos perdido Excélsior y el patrimonio forjado por nuestros padres.
Pero paradojas de la vida y reveses al poder absolutista. De ese lamentable hecho contra la libre expresión nacerían dos publicaciones emblemáticas y más dolores de cabeza para los señores del poder: El semanario Proceso y el diario unomásuno. Julio y Manuel no estarían juntos y cada uno de los gigantes emprendería su propia aventura.
Julio, gracias por todo. Tus enseñanzas, tu bonhomía. Te extrañaremos y quedamos ciertos que con tu partida, la de Vicente y la de Manuel, los tres gigantes irrepetibles, quedamos en la orfandad periodística. Han dejado un gran vacío, imposible de ocupar. Simplemente no hay quien. Hasta siempre.
Inicia un año más e ilusamente pensamos que la pesadilla del 2014 quedará atrás con tan sólo brincar de un año a otro, que una vuelta más al sol cambiará mágicamente las cosas. Pero no, pese a nuestros buenos deseos y grandes propósitos, la realidad se empeña en decirnos que tenemos muchos pendientes y otros problemas que empiezan a sumarse para hacer del presente 2015 un año muy complicado.
Tenemos aún abiertos los expedientes de Ayotzinapa, más de 100 días y los jóvenes de la normal rural no aparecen ni vivos ni muertos y la procuración de justicia se muestra lenta, errática y poco convincente; Tlatlaya y el accionar del Ejercito es otro tema más de violación de derechos humanos, pues hay evidencias de que por lo menos ocho personas fueron ejecutadas luego de los enfrentamientos; San Fernando y el asesinato de más de 70 migrantes por grupos criminales. Tamaulipas, Michoacán y Guerrero son entidades sumamente calientes y las acciones estatales y federales por recuperarlas del crimen organizado y devolverles la paz y la tranquilidad que demandan sus habitantes han sido poco efectivas. Un grave problema de inseguridad, tema de la agenda en las pláticas entre Peña Nieto y Obama, nada más.
Por si fuera poco es un año de elecciones donde se renovaran gubernaturas, congresos y municipios. En riesgo están las elecciones en Guerrero pues tanto normalistas como integrantes de la Ceteg han amenazado con impedirlas. Los partidos en contienda deberán hacer un gran esfuerzo por llevar a los ciudadanos a las urnas ya que el desprestigio de la clase política –cuestionada por actos de corrupción—pronostica un gran abstencionismo.
El año inicia también con una impensable caída de los precios del petróleo por debajo de la barrera de los 40 dólares y una aguda depreciación del peso frente al dólar. Síntomas económicos que junto con el gasolinazo no auguran buenos meses. A la crisis política y social se suma la económica.
Así a groso modo el panorama general y que para los chilangos las cosas tiene más aderezos de crisis. La vida en rosa que nos quiere hacer creer se vive en la capital el Gobierno del Distrito Federal no es tal. A los problemas de movilidad, seguridad y servicios ya señalados en éste espacio se suman en el 2015 el asunto del remplacamiento que tendrá un costo; la obtención de la nueva tarjeta de circulación con chip, trámite en el que los automovilistas pierden hasta una semana ante la burocracia del GDF.
De frente el año electoral, Miguel Ángel Mancera quiere recuperar los puntos perdidos por las medidas impuestas y de un carácter totalmente impopulares, aplicadas en el 2014. Así ha incrementando el presupuesto para programas sociales en siete mil 210 millones de pesos, para ganar la simpatía de adultos mayores, madres de familia y jóvenes. Difícilmente, él y el PRD podrán retener posiciones en el Distrito Federal. La ciudadanía está desencantada de su administración y le pasará la factura.
Ni con la mega rosca de reyes de mil 440 metros de largo y las dos horas invertidas para repartirla, se revertirán los daños provocados por el impopular Hoy doble no Circula y el daño para 600 mil automovilistas; los perjuicios económicos para los miles de taxistas que deben pintar sus autos de rosa; el efecto en los bolsillos al incrementar la tarifa del metro en un 70 por ciento. Y sino veremos la recomposición de fuerzas al interior de la Asamblea.
Así pues, todos los problemas del 2014 siguen ahí, más los que se acumulen en el presente año.
Las elecciones de julio pasarán miles de facturas.
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