Libre en el Sur

Delegación Benito Juárez: “El buen vivir”

Por Karmia Guadalupe González Jaime

La historia de la delegación Benito Juárez es un ejemplo claro del azote impetuoso de la modernidad y progreso, la historia de Benito Juárez y la de aquellos que la formaron desde sus inicios ha quedado plasmada en los trazos de sus avenidas, viejos edificios, calles con historia, parques que agonizan; pero sobre todo la idea contundente de bienestar, de buen vivir.

El mito construido de la mejor delegación está basado en elocuentes, pero no tan reales aseveraciones: Un buen lugar para vivir consiste en habitar un departamento o casa a poca distancia del trabajo, un paraíso rodeado de un magnifico y eficiente trasporte público, vialidades súper conectadas, acceso a centros recreativos, cercanía con escuelas y por si fuera poco una mejor oportunidad de trabajo. Si nos enfocamos en una visión de progreso porfirista estaríamos en lo correcto, grandes edificaciones, centros comerciales, crecer no estancarse, abrir paso a lo actual a lo moderno imitando de manera grotesca algunas formulas de ciudades extranjeras.

Entonces nos venden la gloriosa idea del edificio departamental que sobrepasa el límite permitido de pisos (no pasa nada) este será el hogar de tus sueños, con maravillosa vista a la ventana del vecino. Nos construyen una mega plaza comercial con tiendas exclusivas que sólo en esta colonia usted podrá encontrar y para que su comodidad sea máxima le construimos un estacionamiento de súper lujo, para cerrar con broche de oro y que esto sea verdaderamente de categoría ponemos parques deportivos al aire libre de plástico lo último en tecnología, esto por supuesto nos permitirá crear una cantidad imperdonable de basura y contaminantes.

Los anhelos se convierten entonces en terribles problemas; reales, palpables, físicos, terrenales, problemas que causan dolores de cabeza a mas de una familia la realidad de la delegación es una que dista mucho de aquel paraíso prometido. Las casas van desapareciendo, la historia se convierte en estacionamiento, el agua es sustituida por coches, y los arboles por portones eléctricos, los parques de tierra son sustituidos por chapopote y plástico.

La idea de buen vivir se reduce a comprar y pagar, quedo muy lejos la inherente necesidad de pertenecía, de salvaguardar lo que ha construido a esta delegación y no hablo de cemento; hablo de la historia de las colonias, de las personas hablando, conociéndose sabiendo que existen, entendiendo de donde vienen qué las trajo aquí, que parte de su vida han dejado en cada rincón de las colonias.

Qué no podría contar la fachada de una casona, qué amistades se forjaron al calor de un juego en los campos de tierra, cuántas aves anidaron en los arboles mutilados. Quizá la nueva corriente de progreso y modernidad nos este alejando de lo verdaderamente importante del buen vivir

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