Este martes 28 de agosto se celebra en nuestro país desde hace 22 años el Día del Abuelo, que en la delegación Benito Juárez adquiere un significado muy especial dado que nuestra demarcación es el municipio o su equivalente con mayor índice de adultos mayores en toda la República Mexicana.
En efecto, según recientes estadísticas del INEGI hay 16 juarenses mayores de 60 años por cada 100 habitantes, cuando la media en el Distrito Federal es de 7.7 por cada 100. Nuestros viejitos suman unos 55 mil, –de los cuales 33 mil 600 son mujeres– en una demarcación con 362 mil residentes, según el último conteo del INEGI. La mitad, unos 27 mil, reciben la pensión alimenticia que otorga el gobierno capitalino a los mayores de 70 años de edad. Ellos son referencia frecuente en programas y acciones del gobierno delegacional, que les dedica especial atención. Un ejemplo destacado es la llamada universidad de la Tercera Edad, un centro de capacitación no escolarizado que atiende a dos mil 300 usuarios por cuatrimestre a través de cursos y talleres que pretenden satisfacer sus necesidades de aprendizaje, desarrollo físico y mental, así como el acceso a nuevas tecnologías, como la computación.
No obstante esos aparentes o reales beneficios, ser viejito en la Benito Juárez tiene sus bemoles, derivados muchos de ellos de la propia problemática que padece la demarcación. Cuestiones como el mal estado de las banquetas, la falta de rampas, la saturación vehicular en nuestras calles, la invasión de ambulantes en las aceras, la escasez de agua potable, la contaminación ambiental, visual o auditiva –como la producida por los claxonazos de los autos– , las frecuentes interrupciones en la energía eléctrica o la acelerada reducción de áreas verdes, repercuten en la calidad de vida de estas personas que, por su nivel socioeconómico medio se supone que viven en mejores condiciones.
En México, el Día del Abuelo se instituyó en 1990 gracias al locutor Édgar Gaytán Monzón, en su programa de radio dedicado a recordar la música de tríos y boleros y que tenía como audiencia meta a los adultos mayores. De acuerdo a las historias que se narran de manera extraoficial, se dice que a Édgar le llegaban comentarios de personas que todavía no pasaban los cuarenta años, ya eran abuelos, pero se sentían incómodos de ser felicitados el día del adulto mayor, razón por la cual surgió la idea de instituir en el país un día dedicado a quienes no tienen ya el título oficial de jefe de familia con los nietos, pero siguen brindando amor y protección paternal a estos.
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