STAFF / LIBRE EN EL SUR
Con un discurso entonado al estilo de los presidentes del nacionalismo revolucionario de los años setenta, y frente a la crisis económica y sanitaria que se asoma por la epidemia del coronavirus, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio un “informe” de cuentas alegres y optimismo.
Hasta en materia de combate a la inseguridad ha habido avances, sostuvo en su mensaje transmitido desde Palacio Nacional, cuando las propias cifras oficiales documentan que marzo recién pasado ha sido el mes con más homicidios dolosos registrados.
La única novedad fue el anuncio de un nuevo recorte en los sueldos de altos funcionarios públicos y la eliminación de su aguinaldo aunque, aclaró, ningún burócrata será despedido.
Mientras el mandatario reiteró que las obras del aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, seguirán adelante, calló ante el clamor de los empresarios sobre incentivos fiscales, a pesar de que Presidencia había adelantado que anunciaría medidas económicas para enfrentar la crisis.
Tras dar el pésame a los familiares de los fallecidos por la pandemia, minimizó el impacto del coronavirus en nuestro país, y puso como prueba de ello que México es ahora el segundo país, después de India, con menos infectados en proporción al número de habitantes.
En cambio, no hubo ningún anuncio con respecto al reforzamiento de las previsiones sanitarias, solo la reiteración de quedarse en casa, que ya llegará el momento de convocar a la gente para que “se abrace nuevamente en las plazas públicas”.
Hizo un reconocimiento, eso sí, a la solidaridad de los mexicanos, en particular a los empresarios que han suspendido labores sin dejar de pagar a sus empleados. Pero no anunció un solo beneficio fiscal para ellos.
Tampoco hizo un llamado a la unidad nacional, sino que una vez más reprochó a “conservadores” y “neoliberales” la situación del país que le dejaron. Y la corrupción:
“Les anticipo que a pesar de los pesares saldremos adelante, porque son más nuestras fortalezas como nación que las debilidades o flaquezas”, sostuvo. “No olvidemos que la cultura de nuestro pueblo, que no es tan intangible como suele pensarse, siempre nos ha salvado y nos ha permitido reponernos de terremotos, huracanes, inundaciones, epidemias, tiranías, malos gobiernos y de la corrupción, que ha sido la más trágica y funesta de las pestes y calamidades de México”.
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