Libre en el Sur

El ÁLBUM / Elecciones presidenciales en la lente de Agustín Casasola

En aquella ocasión, Francisco I. Madero venció al candidato Francisco Vázquez Gómez por la “apabullante” cantidad de 235,000 votos a nivel nacional.

ADRIÁN CASASOLA

Mirando hacia atrás, más de un siglo atrás, las fotografías de Agustín Víctor Casasola son un perfecto documento gráfico de lo que estaba sucediendo en el país. Porfirio Díaz se había instalado en el poder, acuñando él mismo la frase “sufragio efectivo, no reelección”en 1876 durante la Revolución de Tuxtepec, con el paso del tiempo (más de 35 años) parecía permanecer de forma perenne como presidente de la República. Para ello, existían muchos elementos a favor de modificar o truquear los resultados. El primer elemento era la escasa participación ciudadana de forma informada o siquiera enterada durante la época de elecciones. El padrón electoral incluía únicamente a los hombres.

Campesino votando en la urna de madera. Autor: Agustín V. Casasola, c. 1920

De este grupo había miles de ellos que no sabían leer ni escribir y además, las casillas electorales se instalaban en puntos céntricos de las ciudades. Por otro lado, el lugar donde se depositaban los votos carecían de revisión previa. Pequeñas cajas de madera con una ranura y “selladas” por un candado se convirtieron en las urnas electorales. Debido a esto, resultaba muy fácil llenarlas previamente con boletas marcadas con el candidato que se deseaba impulsar.

Francisco I. Madero depositando su voto. Autor: Agustín V. Casasola c. 1911

Fue hasta el año de 1911, una vez derrotada la dictadura porfirista en las batallas de Ciudad Juárez, que México pudo realizar las primeras elecciones presidenciales democráticas en más de 35 años. En aquella ocasión, Francisco I. Madero venció al candidato Francisco Vázquez Gómez por la “apabullante” cantidad de 235,000 votos a nivel nacional.

Damas y caballeros realizando el conteo de votos. Autor: Agustín V. Casasola c. 1911

Haciendo una reflexión de cómo hemos cambiado como país, en cantidad de habitantes, ideologías, gobernantes buenos y malos y todos los sucesos que hemos vivido como mexicanos, lo más importante es desear que la mayoría de nosotros haya depositado su voto en las urnas.

Las quejas son estériles al momento de presenciar una injusticia, negligencia o malas decisiones de uno o varios gobernantes si cuando tuvimos la oportunidad no ejercimos nuestro derecho al sufragio. Uno de los logros más importantes de la Revolución Mexicana fue precisamente el poder rescatar nuestro poder de decisión para elegir a nuestros gobernantes. Y como decía un viejo amigo mío, “si no estás de acuerdo en cómo vives, vota…pero si vives feliz así, también vota”.

El candidato a la presidencia Álvaro Obregón votando. Autor: Agustín V. Casasola c. 1920

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