*Por Dinorah Pizano
Esta semana quisiera referirme a la movilización de este pasado 11 de septiembre “Tod@s Somos Familia”, que salió a las calles para pronunciarse a favor del matrimonio igualitario y en contra de la dura campaña que un día antes, el sábado 10, enarbolaron algunos dirigentes de la Iglesia Católica y la organización “Frente Nacional por la Familia”.
Más allá del derecho que gozamos todas y todos los mexicanos de ejercer libremente nuestra libertad de expresión y de manifestación, y también nuestra libertad de culto, llama la atención que quienes dicen defender a la familia, basen sus valores en normas de convivencia para una época y lugar determinado, es decir, normas muy respetables pero que se quedaron atrapadas en un tiempo que ya no corresponde a nuestra presente realidad.
La familia no sólo está representada por personas unidas por vínculos de matrimonio, parentesco o adopción, en la actualidad, el término “familia” abarca un acepción mucho más amplia de la que pretenden defender ciertas asociaciones, de la madre, padre e hij@s. El día de hoy las personas solas, las personas con mascotas, las personas en pareja sin hijos, o con ell@s; con hij@s consanguíneos o adoptivos, las parejas homoparentales, tanto de hombres como de mujeres, las personas con o sin pareja con hij@s o que habitan con sus padres o familiares, herman@s, o simplemente l@s adult@s que deciden vivir en comunidad, forman parte de las muchas acepciones de “familia”.
Todos estos tipos de organización social, representan amor, apoyo, respaldo, tolerancia, solidaridad, respeto, confianza, fraternidad ,etcétera; y por ello, la familia, todas las familias, deben ser reconocidas en primera instancia; protegidas y respetadas, jurídica y socialmente. De ahí que tod@s tenemos también el derecho de escoger la familia que queremos formar, la familia a la que queremos pertenecer.
Las personas homosexuales, cuya familia ha sido fundada en un matrimonio igualitario, son sujetas a los mismos derechos y obligaciones que el resto; no tiene por qué ser diferente a las demás, finalmente los valores de ella prevalecen. Recordemos que en junio de 2015, después de varios litigios, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, reconoció al matrimonio igualitario como un derecho humano integrado al marco constitucional mexicano para protegerl@s en sus derechos individuales y/o colectivos, contra daños que podrían ser ocasionados al interior de la nación o fuera de ésta.
No se entiende, por tanto, esta campaña de odio que se ha iniciado y las reacciones tan desmedidas como las que ahora estamos viendo en todo nuestro país; se ha difamado duramente la lucha homosexual con argumentos tendenciosos y falsos que pretenden confundir a la opinión pública al afirmar que un matrimonio homosexual, implica perversión, corrupción, agresión, abominación, etc.
Estas posiciones, en momentos de falta de guía, de certidumbre, de estabilidad social y económica, nos afectan a los mexicanos y lejos de crear cohesión social, nos polarizan y alejan cualquier posibilidad de convivencia. Si vivimos en un Estado de libertades, ¿Por qué no dejar que cada quien viva la vida a la que tiene derecho? ¿Por qué no limitarse a no asociarse mediante matrimonio igualitario, si no se está de acuerdo con él?
Nada se logrará con posiciones de intolerancia, discriminación, marginación, y odio; antes bien, el miedo a lo diferente y la ignorancia, están alimentando una postura incendiaria que en nada abona a nuestra evolución social. Los estereotipos, vejaciones, comentarios sexistas y homofóbicos, son imágenes que ridiculizan y ofenden, a las que no debemos acostumbrarnos. Recordemos: Tod@s somos México.
*Dinorah Pizano es vecina de Benito Juárez, ex Diputada Local y Especialista en Derechos Humanos por la Universidad Castilla-La Mancha de España.
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