El recuerdo de nuestra propia experiencia frente al pizarrón, y la nostalgia de aquellos tiempos en que éramos nosotros los del uniforme, la mochila y las prisas.
El regreso a clases, con su bullicio característico, tiene su otro lado: el de las casas silenciosas. Los chicos que durante semanas alegraron son sus ocurrencias geniales la vida familiar, no están más. Se fueron. Vuelve la rutina de los padres, que se vio interrumpida durante varias semanas por la ´presencia –y la alegría– de los hijos. Se acabaron las vacaciones, los paseos. Hay que volver a la realidad de las despertadas tempraneras, al desayuno apresurado, al caminito de la escuela, a pie, en auto, en trasporte público… Seguramente los vamos a extrañar un poco más. De ahí la importancia de valorar la convivencia en familia, esa oportunidad de disfrutar no solo la presencia, los juegos, las diversiones, sino –sobre todo– el conocernos más y mejor. Y eso empieza por el recuerdo de nuestra propia experiencia frente al pizarrón, y la nostalgia de aquellos tiempos en que éramos nosotros los del uniforme, la mochila y las prisas. De ahí este número dedicado al regreso a clases, a través de los relatos de nuestros queridos colaboradores. ¡A la escuela!
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