Detonado por el aburrimiento, y para no “enloquecer”, limitada su vida entre muros, Alina López Cámara y Glatz, fotógrafa profesional, decidió convertirse en modelo de sí misma y registrar los detalles de su entorno más íntimo. Como muestra de esa creación a la que obligó un virus, aquí presentamos siete imágenes que la fotógrafa seleccionó para nuestros lectores.
POR ALINA LÓPEZ CÁMARA Y GLANTZ
La pandemia nos ha golpeado a todos de alguna forma. A unos para bien y a otros para mal. Cuando digo “bien” me refiero a sacar provecho de ella, porque la realidad es que el confinamiento y el distanciamiento social nos han afectado tremendamente. Nos cambió todo de la noche a la mañana y muchos –evidentemente formando parte de una ignorancia universal– creímos que esto no duraría más de un mes; luego tres, hasta que la situación nos metió en una película sin “happy ending” a la vista.
Soy una persona muy “pata de perro” y pensar en este encierro casi carcelario me angustió bastante. Entonces me di cuenta que no podría estar en un espacio tan limitado sin inventarme algo que me impidiera enloquecer. Como mi profesión es la fotografía, resolví que podría utilizarla para hacer un trabajo más íntimo, sacarle jugo y hacer de esta nueva realidad algo más lúdico. Por ello decidí registrar fotográficamente mi encierro.
Al principio fue algo espontáneo para no aburrirme, y luego, poco a poco fue tomando fuerza hasta que logré desarrollar un lenguaje mucho más estructurado que permitiera expresar mi sentir en semejante realidad. Generalmente yo construyo a partir de lo que observo, y es infinito lo que se puede descubrir en los simples detalles de un espacio reducido.
Armé este registro en dos partes. La primera consta de fotografías de rincones, objetos o situaciones que considero forman parte de mi refugio. Jugué con mi presencia en algunas tomas y en otras, sólo cosas que evocaran sensaciones o emociones de lo que yo iba viviendo. De aquí salió una expo virtual el año pasado, de la cual quedó un video para ver la obra completa (https://youtu.be/B5jv1KKZycY).
La segunda parte la enfoqué al autorretrato, a lo más íntimo, y como una nueva forma de fotografiar, ya que nunca me había puesto de modelo para mí misma. Aunque mostramos el rostro en las redes sociales, no es lo mismo un selfie que un autorretrato. No podría decir que un selfie es muy espontáneo pues muchas veces se posa para ello, pero sí es más “físico”, mientras que el segundo es introspectivo, conlleva una intención más profunda.
Ahora bien, hay una gran diferencia en la forma como se interpreta el mensaje enviado y el recibido, así como en la estética y creatividad utilizadas. Mi intención, que espero haber podido plasmar, es sobre algo más íntimo, más descriptivo de las sensaciones y emociones que he ido teniendo a lo largo de esta pandemia; también manejé en muchas fotos una fragmentación corporal que permitiera una abstracción a partir de simples indicios, para salir un poco del autorretrato convencional… una manera de mirarme a mí misma y reinventarme. Sin embargo, puede ser que la narrativa que yo intenté “transmitir” no impida otras lecturas a partir de la interpretación que cada espectador le dé.
He aquí esta pequeña “coreografía” de mi segunda parte.
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