Libre en el Sur

Habemus Pactum

“Habemus pactum” es la mejor frase latina para marcar un episodio más en la historia reciente de nuestro país, de nuestro entorno, donde mujeres y hombres de todas las ideologías políticas coincidieron, pero también concedieron por primera vez desde la Reforma Política federal, hay que decirlo, en otorgar a la Ciudad de México su Constitución Política.

Este documento que ya nos rige en la actualidad a partir del 5 de febrero, propone acentuar la participación social y eliminar la discriminación en todas sus formas, promoviendo como principio rector, la dignidad humana. Ello supone a los derechos humanos como ejes transversales para todas las políticas públicas que existen y existirán en un futuro, mismos que las autoridades tendrán la obligación de promover, proteger, velar y respetar en el ámbito de sus competencias. Se contempla además la adición de la perspectiva de género, la no discriminación, y la accesibilidad.

Asimismo, se reguló que se deberá permanentemente velar por el Interés Superior de las niñas, niños y adolescentes, de las personas jóvenes, de hombres y mujeres adultos y adult@s mayores, por el de las personas con discapacidad, por la comunidad Lgbttti, así como el de pueblos originarios y comunidades étnicas, y en general de toda la diversidad habitante de la CDMX, a fin garantizarles, en el diseño integral de políticas públicas, (entiéndase como su universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad), así como garantizar su sustentabilidad entendida como “el equilibrio de una especie con los recursos de su entorno” según diversos diccionarios.

En tratándose de derechos humanos, se preguntará el amable o la amable lectora, concretamente, sobre los beneficios que esta Constitución deberá traernos, y sin duda, no se trata de un tema menor. Haber escalado en nuestra normativa de Estatuto de Gobierno y Leyes, ahora llamadas secundarias, al ámbito constitucional, nos brinda la oportunidad de que su armonización, que deberá ser a cargo de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, genere condiciones que nos permitan seguir exigiendo un orden que nos haga acceder, en la vía de los hechos, a una convivencia más equitativa, justa y armónica, en nuestra vida cotidiana.

No pretendo ser ajena, que al igual que nuestra Carta Magna, en la cual se incluyeron con su modificación del 2011, mayor respeto a esto derechos humanos tales como el Principio Pro Persona que refiere que debe estarse siempre a favor de la persona e implica que debe acudirse a la norma más amplia o a la interpretación que más le favorezca, será difícil ver un cambio real en nuestros ámbitos si no nos proponemos en participar de lo que recién se creó, y en hacer realidad cada uno de sus postulados, porque de otra forma forma no se trataría más que de palabras.

La mejor vía, sin lugar a dudas, sigue siendo la participación de la ciudadanía, pero no solamente desde la esfera de la crítica, que refleja genuinamente, y subrayo esto, una realidad latente de descontento, molestia e incredulidad hacia todo régimen de gobierno establecido, a nivel federal y local.

Es menester, considera una servidora, que nos decidamos a incidir de manera directa por todas las vías que dicha participación no sólo nos permite, sino que nos exige participar, como mujeres y hombres que elevan la voz para manifestar su descontento, haciéndonos cargo de que ya no se concibe una relación de gobierno y gobernados sin que seamos corresponsables y copartícipes, de cualquier cambio estructural que deseemos lograr, mediante nuestro compromiso y esfuerzo para lograrlo.

Así como ya no se concibe a nuestra sociedad de la CDMX como pasiva, porque históricamente ha marcado un periodo de cambios paradigmáticos en nuestro entorno, pieza clave, además, del inicio de muy grandes batallas al interior de todo el país, es menester que propongamos los ejes del cambio para lograr una mejora sustancial.

Esta nueva Constitución dice querer abatir vicios, prejuicios, malas prácticas y corruptelas; por tanto, es necesaria la renovación, el avance, el crecimiento como sociedad. Dejar atrás los espacios oscuros que separaban a mujeres y hombres; en esta Ciudad tenemos nuevas reglas, reglas inclusivas y de libertad.

*Dinorah Pizano es vecina de Benito Juárez, ex Diputada Local y Especialista en Derechos Humanos por la Universidad Castilla-La Mancha

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