Ni la luna disminuyó los efectos de los rayos de sol sobre cientos de personas que hicieron fila este medio día para ver el eclipse a través de 12 telescopios instalados en la explanada de la Delegación Benito Juárez.
Y a pesar de que para acceder al lugar tuvieron que esperar una hora –y de que en la Ciudad de México se apreció el astro mayor apenas cubierto por la cuarta parte de la luna— hombres y mujeres, adultos mayores y niños, esperaron pacientemente, algunos con la ayuda del paraguas.
Uno de ellos fue Julián González, estudiante de preparatoria, para el que la espera había durado más de un año. “Estoy muy emocionado, ansiaba ver esto; no sé qué palabras ponerle a lo que sentí cuando vi el eclipse con los telescopios”, dijo tras dar una breve y apasionada explicación sobre el tipo de aparatos que ahí se encontraban.
FOTO: Una vista del eclipse desde el Ángel de la Independencia. (Mario Jasso /Cuartoscuro)
En otro extremo de la plancha, junto al acceso a la estación Parque de los Venados del Metro, se formaron para ver el eclipse con filtros que eran prestados por 15 segundos; “que más tiempo hace daño”, según advertían los organizadores. Esta fila avanzaba rápidamente, de tal forma que los curiosos daban el vistazo y seguían su camino.
Los telescopios fueron proporcionados por aficionados a la observación de los astros y que colaboran con la Sociedad Astronómica de México.
FOTO: Las personas hicieron fila para ver el eclipse por los telescopios durante más de una hora.
La familia Aguilar López –padres, hijo y nieto—compartieron cuatro de sus telescopios. Arturo, el jefe de la familia, manejaba el más grande, que fabricó él mismo con tubos de PVC y agua reciclados.
“Lo único que compré fue el tripie”, contó mientras metía la cabeza entre los hombros como si con ello se protegiera de la descarada conjunción del sol y la luna.
El creativo telescopio y un día esplendoroso permitieron ver con absoluta claridad –hasta con las “manchitas” del sol— el fenómeno astronómico y dejarlo registrado en una fotografía de celular como recuerdo para llevar a casa.
Lo que sí, lamentó Aguilar López, es que cada vez es más difícil transmitir a los niños el gusto por la observación de los astros. “Hace ratito ya estaba llorando mi nieto, que se quería ir”, dijo. “Es que prefieren andar jugando con la computadora y el celular y esto les aburre”.
comentarios