Hugo Brehme se estableció en la capital y desarrolló toda una industria alrededor de las postales que se vendían en diversos puntos de la ciudad.
ADRIÁN CASASOLA
El mes pasado se cumplieron 70 años del fallecimiento de Hugo Brehme, fotógrafo que se convirtió en un referente de la fotografía en México, que convirtió en su patria adoptiva. Nació en Eisenach, Turingia en 1884 y desde muy joven mostró interés en el arte y la fotografía. A diferencia de varios colegas de profesión, estudió en una academia lo más avanzado de su oficio hacia 1903. Es entonces que surgió una oportunidad de viajar al continente africano con los gastos pagados para documentar lo acontecido en aquellos lejanos lugares hacia el año 1905.
Desgraciadamente contrajo malaria y cayó muy enfermo. Este suceso cambió por completos sus planes y quizá, el resto de su vida. A Brehme le recomendaron entonces viajar al continente americano, en donde seguramente también podría desarrollar su arte. Regresó a su natal Alemania y realizó su primer viaje por barco de Europa hasta el Canal de Panamá. De ahí comenzó su travesía hacia el norte de Centroamérica y después de varias semanas arriba por la península de Yucatán.
Ahí quedó asombrado por las imponentes zonas arqueológicas, los paisajes y todo lo que estaba descubriendo sobre el país que se convertiría en su segundo hogar. Continuó su travesía y descubrió parajes maravillosos llenos de vegetación exótica, gente desarrollando sus oficios y las industrias, así como el cultivo de la caña de azúcar, café, el pulque y diversos aspectos de la vida en este país que lo cautivaron. Regresó a Alemania por su esposa y regresaron a México para establecerse y comenzar a trabajar. Nunca más dejó nuestro país…
Hugo Brehme se estableció en la capital y desarrolló toda una industria alrededor de las postales que se vendían en diversos puntos de la ciudad y evidentemente en todos los pueblos y ciudades del país. Eran una eficaz forma de comunicación en aquel entonces y se conservaban y aquilataban pues había que esperar días o semanas para recibir alguna información del amigo o seres queridos. Fue así que financiaba sus viajes cargando pesadas cámaras (que se armaban y desarmaban una vez que llegaban al punto deseado por el fotógrafo), y retrató con su lente lo mismo los paisajes mexicanos, los volcanes, las zonas arqueológicas, la arquitectura civil y religiosa de las principales ciudades y pueblos. Todo esto con una visión de un hombre extranjero que se admiraba de la riqueza cultural, histórica y gastronómica.
Hacia 1924 publicó el libro México Pintoresco, el cual tuvo gran aceptación tanto en América como en Europa, ya que se editaron ejemplares en idiomas español y alemán. Durante toda su vida, el estudio de Hugo Brehme en el centro de la ciudad se convirtió en un referente como excelente fotógrafo, retratista e impresor, ya que lo visitaban fotógrafos de varios puntos del país para que él imprimiera sus trabajos. Fue así como dejó un legado de bellas imágenes para México y el mundo.
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