STAFF/LIBRE EN EL SUR
En lugar de hacer una limpieza adecuada a la piedra para devolverle su color y características originales, como se hace con los monumentos antiguos, las autoridades de la Alcaldía de Benito Juárez dispusieron cubrir con pintura gris un mirador de cantera que data de principios del siglo pasado, en la colindancia del llamado Parque Hundido con la calle General Porfirio Díaz, en la colonia Extremadura Insurgentes.
La aberración, atribuida a la Dirección de Servicios Urbanos de la demarcación, que encabeza Jorge Ceballos, fue descubierta por los vecinos de la zona cuando los operarios habían pintado ya una tercera parte del balaustre e impidieron que continuaran con esa tarea, que altera por completo la naturaleza del inmueble porfiriano.
Consultada al respecto, la Coordinación de Comunicación Social de la Alcaldía respondió que, según el área responsable, el barandal solo fue limpiado y que no se le aplicó pintura.
Sin embargo, Libre en el Sur pudo constatar en el lugar que se usó pintura gris, muy diferente al tono y textura de la piedra cantera natural, como lo muestra la fotografía que aquí se publica.
La alteración en el vestigio más antiguo del parque se realizó evidentemente sin la participación de expertos en restauración y se optó por enviar a cuadrillas de la ABJ a resanar de manera común ciertos desperfectos.
Dicho barandal data de los inicios del siglo XX, cuando el terreno con hoyancos y socavones dejado por una empresa ladrillera, la compañía Noche Buena, fue sembrado de diversas especies de árboles para convertirlo en lo que se conoció como Bosque de la Nochebuena.
La balaustra, tallada en cantera, fue colocada a manera de mirador, frente a una gran hondonada, hace más de 100 años.
Su alteración, dijeron los vecinos, denota una grave ignorancia de las autoridades locales sobre el valor histórico y arquitectónico de los sitios más emblemáticos de la alcaldía juarense y un menosprecio a la naturaleza original de cada uno de ellos, como se ha constatado en construcciones y modificaciones inadecuadas efectuadas en ese y en otros parque de la demarcación, incluidos varios que están protegidos por la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico de la capital.
“La Alcaldía se las ingenia para hacer cosas que cree que son de impacto mientras que no atiende las cosas que la comunidad reclama”, manifiesta Leticia Calderón Chelius, vecina e investigadora del Instituto Mora que impulsó en el 2011, a unos metros de ahí, la restauración de la Plaza Valentín Gómez Farías.
“Las prioridades van de la seguridad a la limpieza más básica; no es que se critique su hacer sino su mal hacer, su falta de capacidad para conectarse con la comunidad que gobierna”.
El bosque de la Nochebuena fue convertido en un parque público hacia 1930, cuando se abrió la gran calzada que atraviesa la ciudad de México de norte a sur y que en esta altura de la hoy alcaldía de Benito Juárez forma parte de la avenida Insurgentes Sur. Aprovechando los desniveles del terreno, construyeron calzadas y escaleras para el paseo de los visitantes.
A principios de los años setenta el parque fue totalmente remodelado. Se instalaron 51 réplicas de piezas arqueológicas para formar rutas que permitieran conocer a niños y adultos las muestras de diversas culturas prehispánicas, como la Olmeca, la Maya, la Tolteca la Zapoteca y la Totonaca y se le dio el nombre del destacado poeta mexicano “Luis G. Urbina”.
En 1972 se instaló en su parte central, frente al acceso por la avenida Insurgentes Sur, un reloj floral monumental construido por la fábrica Centenario, de Zacatlán Puebla, que por sus dimensiones es el segundo más grande del mundo, con una carátula de 10 metros de diámetro.
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