Ante la desesperación de los locatarios que durante cinco meses de vender en plena calle han sufrido graves mermas en sus ingresos, la delegación Benito Juárez incumple nuevamente los plazos para la remodelación del Mercado Tlacoquemécatl, que tiene ya dos meses de retraso.
Los comerciantes claman: “El delegado Jorge Romero se comprometió a un plazo de 96 días para la remodelación del mercado. Luego pidió un mes más. Y llevamos ya cinco meses con nuestros puestos en la calle, como ambulantes, sin seguridad y sin servicios”.
Los trabajos, en efecto, iniciaron el 21 de septiembre del año pasado, con la promesa de que estarían terminados el 31 de diciembre, según se asentaba en una manta colocada en el exterior del mercado. Fue así que los locatarios, desconfiados en un principio y renuentes a dejar sus locales, aceptaron dejarlo para instalarse provisionalmente en la vía pública, sobre las calles San Francisco, Miguel Laurent y Patricio Sánz, no obstante fue necesario suprimir los cajones de estacionamiento y un carril vehicular en ambas vialidades.
“No sabemos nada”, se quejan los comerciantes. “No nos informan. No dan la cara”. Aparentemente, la fachada del inmueble, parcialmente visible ahora (foto), está terminada; pero los trabajos siguen en el interior del mercado sin que los contratistas ni las autoridades delegacionales precisen una fecha para terminar.
El tema de la remodelación de este y “otros” mercados de la demarcación, fue materia del “informe” del delegado panista Romero Herrera el pasado 13 de febrero, como si ya se hubieran concluido. Inclusive se publicitó en las mantas que hizo colgar en el mobiliario urbano de la delegación, pese a ser violatorio de la ley.
Según lo acordado, cada comerciante volverá al local que ocupaba antes de la remodelación, “aunque ahora serán más chicos”, aclara el frutero Roberto Madrigal. “La remodelación está avanzada, pero le faltan muchos detalles. Dudo mucho que lo tengamos listos antes de que acabe marzo. Ahora dicen que para mayo”.
La presencia de los locatarios en la calle, donde se guarecen dentro de carpas de plástico improvisadas, armadas con tubos, tablas y otros materiales, no sólo da un pésimo aspecto, sino que impide el paso a peatones, entorpece el tránsito vehicular y constituye un peligro latente por el uso de estufas y tanques de gas en la vía pública.
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