Libre en el Sur

La casita de Denver

LETICIA CALDERÓN CHELIUS

Con motivo del centenario del natalicio de Octavio Paz en marzo del pasado 2014, una comitiva del Senado de la República Mexicana viajó a Madrid. Si como lo oyen y tal vez lo recuerden, entre el 9 al 11 de julio de aquel año, 18 personas, 13 Senadores y 5 asistentes, se tuvieron que ir hasta la madre patria, España, para rendir honores a este mexicano de talla internacional. Para tal fin, nuestros aún senadores tenían que estar a la altura y como suele ocurrir con la clase política, se dejaron ir a lo grande. El Senado pagó entonces boletos de avión de más de 120 mil pesos, aunque rebasar este monto para pasajes se supone que ya estaba prohibido, pero no importó. Algunos boletos costaron 154 mil pesos, 149 mil y 141 mil pesos para facilitar la larga ruta de senadores viajeros de todos los colores (PT, PVEM y PRI). A este gasto hay que sumarle viáticos por los días de ausencia por 236 mil pesos para que no pasaran penurias durante la travesía (Mil 800 euros por persona por los tres días de ausencia laboral de sus oficinas en México). Y conste que el hospedaje lo pagó el gobierno anfitrión, así que hasta debemos agradecer que nos ahorramos ese gasto, si no, imagínense el extra por habitaciones cinco estrellas.

Si bien es cierto que entre los Senadores que viajaron hasta Madrid para sumarse a los tres minutos de silencio que el parlamento español hizo a la memoria de Octavio Paz estuvieron políticos de varios partidos, en el debate posterior que suscitó esta travesía sobresalió la Senadora Mariana Gómez del Campo, debido a que, luego de ese viaje, fue una defensora aguerrida del trayecto exprés señalando que “no deberíamos fijarnos si se gastó mucho o poco sino que fue un evento de altísimo nivel”. Agregó además que, “en lugar de destacar la parte productiva por parte de los senadores, los ciudadanos mexicanos insistimos en ver un gasto como excesivo”.  Esta defensa destacó en ese momento porque la Senadora, por irse a Madrid, no apartó días para participar en algún homenaje que el entonces Secretario de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados, Santiago Taboada, pudiera haber realizado. ¿Daría por hecho que Taboada no organizaría nada por el natalicio de Paz o prefirió Madrid?.  Ustedes elijan.

El punto es que dada la conmemoración de la que se trataba hubiera sido casi natural que ambos políticos panistas unieran fuerzas para mostrar su interés en la obra de Octavio Paz sin tener que viajar tan lejos, sobre todo porque el literato creció en el corazón de Mixcoac, en la casa de su abuelo, actualmente Monasterio de Dominicas ubicado en la Plaza Valentín Gómez Farías en la Delegación Benito Juárez, gobernada por al PAN hace casi 15 años. Pero esta conmemoración local, casi familiar, no ocurrió porque no daba reflectores, no incluía un viaje glamuroso ni mucho menos, implicaba codearse con la clase política española. Asi ni para que perder el tiempo.

Todo esto viene a cuento porque a raíz de la reciente muerte de MariJo Tamirie (26 de julio 2018), viuda de Octavio Paz, se reavivó el debate sobre que es lo que pasará con el legado del nobel de literatura ya que su viuda no dejó testamento. Preocupa que esta situación ponga en peligro su herencia que incluye una biblioteca monumental y su obra artística. La sola posibilidad de que esto se pierda o acabe en un fondo reservado en una universidad del extranjero ha avivado la urgencia de muchas voces que insisten en que la Secretaría de Cultura vele por su rescate y que ese patrimonio se quede en territorio nacional y para consumo público.

Además de su obra, la herencia de los Paz incluye propiedades de gran valor monetario pero también patrimonios históricos y sentimentales que deben conservarse. Entre ellos se encuentra la casita en la esquina de la calle de Denver con Porfirio Díaz en la Col Noche Buena. Esta propiedad de dicha familia, esta semi abandonada desde hace años y por tanto, decadente y descuidada, pero no olvidada. Por su belleza, es considerada una de las joyas del rumbo de Mixcoac.

Ante la súbita muerte de MariJo la preocupación de los vecinos es que esta casita pueda perderse o aún peor, que este en peligro de desaparecer dada la voracidad inmobiliaria del rumbo y el contubernio rapaz entre constructores y la autoridad que han aprobado ya edificios gigantesco, como se permitió a menos de tres calles sobre la misma acera en la calle de Atlanta. Urge proteger por tanto esta propiedad, como tantas otras que la pareja dejó en el limbo jurídico. Preservarla junto con todo su legado, sería una forma digna no solo de honrar su memoria, sino además, una forma de mostrar que no se tiene que viajar miles de kilómetros para conmemorar a un mexicano universal que nos sigue dando fama internacional y prestigio global. Ojalá los Senadores, que aún lo son como Gómez del Campo y los funcionarios que lo serán en breve como Taboada, tengan la nobleza de abanderar esta causa como en su momento mostraron entusiasmo por sumarse a la  comitiva que viajó a Madrid. Total, Mixcoac esta más cerca y los tres minutos de silencio por la memoria del nobel bien valdría la pena invertirlos en defender lo que la pareja debió dejar para esos hijos que nunca tuvo pero que de alguna manera, somos todos.

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