ÁLVARO SÁNCHEZ
A través de un estudio hecho por académicos de la Universidad de Stanford y Santa Fe se presenta una nueva teoría que podría demostrar cómo la evolución ha influido en los seres humanos para tomar decisiones irracionales.
Comprender cómo los humanos han tomado decisiones importantes a lo largo de su historia evolutiva puede ayudar a explicar sus elecciones como especie en la actualidad, incluida la tendencia a desviarse de las preferencias predichas por los modelos económicos.
La investigación fue publicada en la revista Evolutionary Human Sciences, los autores James Holland Jones, antropólogo y catedrático de Stanford y Michael Price, investigador del Instituto Santa Fe, afirman, la especie humana subestima las opciones que podrían ser más rentables y sobrestima la probabilidad de malos resultados cuando la supervivencia está en peligro.
De acuerdo con la teoría de la utilidad esperada, factor fundamental de la economía moderna, las personas siempre deben examinar cuidadosamente la probabilidad de un evento junto con las consecuencias que se derivarían de semejante decisión para después elegir la opción con la mejor recompensa. Rara vez el ser humano hace estos cálculos, sin embargo, la suposición de que se comporta así todavía está incorporada en muchas políticas públicas y económicas, indican los investigadores.
Tomando esto en cuenta, cuando se trata de preferencias, la gente no debería infravalorar las posibilidades de ganar dinero que podrían ser rentables, jugar a lo seguro cuando las cosas parecen arriesgadas y sobrestimar la probabilidad de malos resultados, pero es todo lo contrario, asegura Jones.
Existe una tendencia a pensar en las personas más pobres como “empresarios naturales” porque no tienen nada que perder económicamente hablando, agrega el investigador de Stanford, empero, la lógica evolutiva muestra y sugiere, los más pobres tienen todo para perder y están más cerca de perderlo que las personas más ricas. Dicha situación se repite constantemente en el ser humano porque hay cierto pesimismo en las personas y una aversión generalizada a la bancarrota: “la mayoría prefiere dejar dinero sobre la mesa antes que correr el riesgo de extinguirse“, afirma Jones.
Por su parte, Price señala este pesimismo lleva a los seres humanos a tomar decisiones económicas contrarias a las previstas por los modelos económicos de utilidad. Asimismo, añade, el nivel de pesimismo depende de las condiciones particulares de cada ser humano y se puede corroborar en la historia evolutiva de este, por ejemplo, los cazadores rara vez buscan presas grandes o difíciles de cazar porque prefieren asegurar la comida con presas pequeñas o fáciles; los agricultores preferirán cultivar menos o tener menos ganado si las condiciones climáticas no les son favorables en lugar de arriesgarse y producir más.
Su teoría agrega una nueva perspectiva a los debates académicos sobre por qué las prácticas diseñadas para mejorar el nivel de vida entre las poblaciones de subsistencia no se afianzan, como por ejemplo, la adopción aparentemente lenta de nuevas tecnologías agrícolas entre los pequeños agricultores pobres o la falta de voluntad de los más pobres para adoptar esquemas de desarrollo como las microfinanzas.
Cuando las condiciones sanitarias sean óptimas y se puedan realizar experimentos grupales, Jones y Price probarán su teoría con juegos que pondrán a prueba a los participantes para maximizar los beneficios o dejarlos perder y obtener ganancias mínimas.
De igual manera, al demostrar que la evolución hizo a los seres humanos tomar decisiones irracionales, los investigadores, esperan este estudio genere más investigaciones sobre los posibles fundamentos evolutivos para entender mejor la economía del comportamiento.
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