La cannabis llegó a América a través de México en la Nao de China. Iturbide y Huerta (a quien está dedicada la canción La cucaracha, fueron adictos a ella y en la época del cardenismo fue legalizada temporalmente.
POR ESTEBAN ORTIZ CASTAÑARES
El mes pasado en Alemania se generó gran controversia a causa de la legalización del consumo recreativo de la marihuana.
Con esta medida la nación germana pretende: Frenar el creciente mercado de narcotráfico ilegal, evitar de manera más eficiente su consumo por menores de edad, la obtención de impuestos por el producto, protección a los consumidores al garantizar pureza y calidad, liberalizar la investigación médica sobre sus posibles beneficios y la reducción de la violencia derivadas del tráfico ilegal de este producto.
Según la propuesta, la producción de hasta tres matas por persona y se crearía clubs donde los ciudadanos interesados podrían asistir a consumirla.
Alemania no es el primer país en Europa que liberaría su consumo, pero por ser el de mayor tamaño poblacional, representa un ejemplo que los otros podrán seguir en un mediano plazo.
El proyecto de la legalización de su consumo se inició en el mundo en los Países Bajos en 1976, en un acto de contradicción legal, ya que la ley prohibía su producción, distribución, venta y consumo, pero daba tolerancia (“Gedoogbeleid”) a que se vendiera en los conocidos “Coffe Shops” de algunas ciudades importantes.
A pesar de que se volvió un imán del narco-turismo, que además empezó a generar demanda de narcóticos más fuertes, un estudio de 2010 demostró que el promedio de consumo nacional era inferior al promedio europeo. Estos resultados cuestionaron la prohibición en el mundo y desataron una revalorización a las medidas de contención haciendo que muchos países empiecen a legalizarla.
El continente americano fue el pionero en esta transformación. De manera irónica, en 2012 en la unión americana, un país tradicionalmente muy conservador, el estado de Colorado fue el primero en el mundo en legalizar su consumo, seguido al que le siguieron 12 más estados en un periodo de 10 años.
Como país, Uruguay inició en el 2013 el proceso de legalización con modificaciones sucesivas a su ley. Actualmente el producto se puede adquirir en farmacias, su producción se da a través de dos compañías estatales (Symbiosis e Iccorp) y se permite que los consumidores adquieran hasta 40 g. al mes.
En 2017, Sudáfrica legalizó el consumo y producción privados. En América, Canadá fue el segundo país, en 2018, y el primero del G7. Permitiendo no solo el consumo privado, sino la venta regulada en tiendas con licencia federal y por supuesto en internet.
Malta (2021) y Luxemburgo (2023) fueron los pioneros en la liberalización europea. Como ironía de la historia, hasta ahora Holanda, el iniciador de este proyecto, apenas revisa su estructura legal para poder legalizar su consumo y resolver el vacío legal generado desde los setenta.
En el 2021, México hizo una primera modificación a la ley, permitiendo la siembra de hasta cuatro plantas, solo para consumo privado. Pero se quedó en un punto intermedio la legalización, a pesar de que la Suprema Corte de Justicia envió una recomendación al congreso de la unión (2021) para que se legislara, aún no se tiene un marco legal claro y completo.
Pero esto es solamente la punta del iceberg de una interrelación histórica particularmente especial entre nuestro país y la cannabis…
Para empezar, la llegada de la marihuana al continente americano se le debe a México. Con el comercio con Asia, en la Nao de China, los marinos llevaban consigo la yerba para poder soportar las largas y difíciles travesías, de mayor duración y dificultad que las que se hacían a Europa. De esta manera llegó a nuestro país. En la Nueva España se empezó a usar, considerándola un producto natural que producía estados de buen humor.
Durante la independencia de México se empezó a consumir en el ejército, para hacer más llevadera la vida en el frente. Con el triunfo de la independencia, se le propuso a Iturbide prohibirla, pero además de que era un asiduo consumidor de ella, se negó a hacerlo por considerarla un producto auxiliar en la relajación y generador de un ambiente afable.
En el siglo XIX, se empezó a utilizar en las cárceles para tranquilizar a los reos, con un gran éxito; pero la sociedad conservadora, especialmente al final del siglo, en el porfiriato, la veía con desdeño y la consideraba un producto para las clases bajas, perdidas en el vicio. Los primeros actos de persecución del estupefaciente se hicieron a principios del siglo XX por Félix Díaz, sobrino del dictador, que como inspector de policía hizo la primera incautación en un taller de la ciudad de México (hay una excelente reseña sobre el tema en el libro de La Ciudad Oculta 2, de Héctor de Mauleón).
En la revolución, el malo de la historia, Victoriano Huerta, fue asiduo, no solo al alcohol, sino a la Marihuana (la canción de “La Cucaracha” mexicana se refiere a él); lo que hizo que el producto fuera aún más rechazado por las elites revolucionarias; y en 1920 Venustiano Carranza la prohibió, convirtiéndose en la primera droga perseguida de nuestro país, cinco años antes de que se revisaran sus efectos a nivel mundial en la convención de Ginebra; mientras que las drogas fuertes, como la cocaína, heroína y opio se consideraban productos de los artistas y se permitía su consumo.
En el fondo la marihuana fue un producto ejemplo de la discriminación y segregación social tan tradicional de la historia de nuestra nación. Por sus usos iniciales –en el ejército y las cárceles– y su bajo costo en comparación con otras, se estigmatizó como una droga de la perdición y se consideró su uso como causa de la marginación social y no como un síntoma del problema.
En 1936, en la presidencia de Cárdenas, el psiquiatra Leopoldo Salazar Viniegra, luchó por su relegalización. Después de un estudio exhaustivo que hizo en el psiquiátrico de La Castañeda en Mixcoac, lanzó una campaña para su desestigmatización y otras drogas tratando a la adición como enfermedad y no como delito. En una de sus pruebas, invitó a importantes científicos e intelectuales de la época, a darse un “pasón” y demostró que la marihuana no generaba agresividad y que su adicción era cuestionable, lo que impulsó al gobierno a crear una ley que permitió su consumo… pero no por mucho tiempo…
Estados Unidos, a pesar del desastre que fue la “Ley Seca” (1920–1936) inició una campaña de desprestigio del investigador y presionaron a México para que volviera a hacer el consumo de la marihuana ilegal. Así que la le ley fue derogada en 1940. Y desde entonces su persecución ha enriquecido a narcotraficantes y representantes de la ley; creando canales de narcotráfico que posteriormente se han usado para el comercio de drogas mucho más peligrosas, además el ambiente de violencia –que bien conocemos– y la muerte de miles de ciudadanos. Desgraciadamente ya es demasiado tarde para eliminar los problemas de violencia e inseguridad social con la promulgación de una ley de consumo recreativo de la cannabis. Pero podrá ser al menos un primer paso para disminuir los niveles de violencia que nuestra nación sufre, como lo mencionó Tania Ramírez, de la organización México Unido Contra la Delincuencia en 20
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