Luego de las elecciones más concurridas en la historia moderna, el país lejos de festejar el avance democrático se encuentra en una grave y delicada encrucijada. Los comicios, pese a la eficiencia del PREP han resultado totalmente desaseados, manchados por la inequidad en los medios masivos de comunicación, el uso indebido de recursos para campañas más allá de los topes, las encuestas copeteadas y, sobre todo, por la compra y la coacción del voto.
Andrés Manuel López Obrador y las izquierdas, convertidas en éste proceso en la segunda fuerza política del país, lo que es bastante, dicen tener evidencias de la compra de más de cinco millones de votos. Al momento de enviar ésta colaboración (16 de julio), el tabasqueño señaló que se analiza la posibilidad de pedir la anulación o la invalidez de las elecciones presidenciales, de acuerdo a los términos legales y con apego a la Constitución, que en su artículo 41 establece que las elecciones deben ser limpias y auténticas. Urgió al Instituto Federal Electoral (IFE) a realizar su trabajo de limpieza. López Obrador ésta en su derecho de llegar a las últimas instancias y éstas de velar por la limpieza de las elecciones, como Peña Nieto está en su derecho de defender su triunfo.
Por su parte los panistas, más serenos y pese a ser enviados al tercer sitio como fuerza política nacional, a través de su dirigente Gustavo A. Madero, si bien reconocen que el proceso del pasado domingo 1 de julio fue organizado y el conteo se dio de forma correcta, advirtieron que no serán omisos a la serie de irregularidades que mancharon los comicios, tales como: rebase de topes de gastos, aportaciones privadas, compra de votos y manejo parcial de los medios. Y si bien externaron su respeto a la autoridad electoral, afirmaron ir hasta las últimas consecuencias en la revisión de las quejas, pero se cuidaron en no ir de la mano con las izquierdas en las protestas y movilizaciones.
Por su parte, el presidente Felipe Calderón tajante observó: “es inaceptable la compra de votos”, y demandó esclarecer el caso de las tarjetas de la tienda departamental Soriana que se usaron para favorecer al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto. Pidió a la autoridad que de comprobarse la compra de voluntades se castigue, aunque aclaró no saber si eso es suficiente para invalidar una elección. Así que no se comprometió en ni siquiera insinuar una posible anulación.
Los ganadores priístas defienden la pureza de sus votos y acusan al presidente de interferir en tareas propias del Poder Judicial y de las autoridades electorales y se jactan de haber ganado en el norte y occidente del país. Los priístas defenderán con todo su triunfo y no dejaran que nadie se los quite. Vistas las cosas así, será muy difícil, diría imposible que los priístas renuncien a su triunfo, que con la compra o no de votos se alzaron por encima de los perredistas y demás fuerzas de izquierda con más de seis puntos porcentuales. Defenderán con toda el éxito de su abanderado, al tiempo que las izquierdas irán hasta las últimas consecuencias por invalidar la elección.
En éste panorama lo más conveniente sería que las autoridades electorales limpien la elección y den certidumbre al proceso, y aun así en el horizonte inmediato se vislumbran oscuros nubarrones de conflicto pos electoral, que si bien no llegarán a una rebelión popular, si serán largos días de movilizaciones en las principales ciudades del país, tanto de estudiantes, académicos y fuerzas de izquierda exigiendo la anulación de los comicios presidenciales por existir muchos elementos constitutivos de delitos.
En materia legal los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tendrán la última palabra, pues deberán de revisar todo el proceso, desde las precampañas, las campañas, la jornada comicial y los cómputos distritales para determinar si el proceso estuvo apegado a la ley y determinar si las elecciones fueron libres y auténticas, como lo marca la Constitución y lo exige López Obrador. La responsabilidad es extrema. ¡Uf! Que paquete.
Urge, pues, limpiar el proceso so riesgo de un conflicto mayor. La tarea no es nada fácil pues resulta muy complicado demostrar la compra o coacción de votos, voluntades o conciencias. Y no es que no se dé, pues en éste país dónde prevalece la ignorancia y se atiza al miedo, obtener un voto hasta por 100 pesos no es nada raro. Pero en éste entorno a quien castigar a los corruptores que compran votos, o a los ciudadanos corruptos que por hambre o miedo venden su conciencia y votan sin principios.
Y del proceso electoral en la ciudad: Miguel Ángel Mancera arrasó y ahora se prepara para armar su programa de gobierno, así como a su futuro gabinete. Será interesante su conformación y ver sino deberá de pagar muchas facturas a las tribus del PRD, del PT, e incluso de Morena, además de favores al actual jefe de Gobierno Marcelo Ebrad. No lo creo así, no tiene porque, pues su amplio triunfo lo legitima absolutamente y puede manejarse con independencia y echar mano de los amplios y valiosos recursos existentes en su alma mater, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde estoy cierto encontrará grandes colaboradores para las diversas tareas de gobernar la ciudad más grande e importante de país, con nuevas propuesta y buenas ideas para hacer de la Gran Tenochtitlán la sede de la cultura, la enseñanza y el deporte.
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