El invierno astronómico inicia este domingo con la noche más larga del año en todo el territorio nacional.
El solsticio invernal marca el punto máximo de inclinación terrestre, provocando días cortos y el ingreso de frentes fríos que afectarán principalmente al norte y centro del país en estas semanas.
STAFF/LIBRE EN EL SUR
El solsticio de invierno ha llegado a México este 21 de diciembre de 2025, marcando un hito no solo en el calendario astronómico, sino también en la vida cotidiana de millones de personas.
Este evento, que ocurre cuando el eje de la Tierra alcanza su máxima inclinación respecto al Sol, da inicio formal al invierno en el hemisferio norte. En nuestro país, este fenómeno se traduce en el día con la menor exposición de luz solar del año, una jornada donde las sombras se alargan y el frío comienza a reclamar su dominio sobre el territorio.
Desde el punto de vista científico, el solsticio es el resultado de la inclinación de 23.5 grados de nuestro planeta. Hoy, el Sol se sitúa exactamente sobre el Trópico de Capricornio. Para los habitantes de México, esto significa que el astro rey apenas se elevará sobre el horizonte, describiendo el arco más corto del año. Este déficit de radiación solar no es meramente una curiosidad astronómica; es el motor que impulsa los cambios climáticos más severos de la temporada actual.

El Servicio Meteorológico Nacional ha emitido alertas ante la llegada de nuevos frentes fríos que, en combinación con el solsticio, mantendrán temperaturas bajo cero en los estados del norte como Chihuahua, Sonora y Durango. En el centro del país, la sensación térmica se verá afectada por cielos despejados que permiten que el poco calor acumulado durante el día se escape rápidamente durante la noche, la más larga de este ciclo. Las autoridades de Protección Civil han instado a la población a extremar las precauciones, especialmente en las zonas serranas donde las heladas son inminentes y peligrosas.
Sin embargo, para México el solsticio es mucho más que meteorología pura. Es una fecha cargada de simbolismo histórico y cultural. En zonas arqueológicas como Chichén Itzá o Teotihuacán, el evento es seguido con fascinación por miles de personas. Los antiguos habitantes de Mesoamérica eran maestros de la observación del cielo y diseñaron sus centros ceremoniales en función de estos ciclos precisos. Para ellos, hoy era el momento del renacimiento del Sol, el punto de inflexión donde la oscuridad dejaba de avanzar para permitir que, a partir de mañana, los días comenzaran a ganar terreno nuevamente.
En la actualidad, este cambio de ciclo coincide con las festividades decembrinas. La influencia del solsticio se percibe en las tradiciones que mezclan el pasado prehispánico con la herencia colonial. Mientras en las ciudades se encienden luces para combatir la noche prolongada, en las comunidades rurales se mantienen vigilias y fogatas que simbolizan la resistencia ante el frío y la esperanza de una nueva primavera. Es un recordatorio de nuestra conexión con los ritmos del cosmos.
A pesar de que hoy es el día de menor radiación, los expertos advierten que el rigor del invierno apenas comienza. Existe un fenómeno conocido como retraso térmico, lo que significa que aunque los días comiencen a alargarse sutilmente desde mañana, la Tierra y los océanos seguirán perdiendo calor acumulado durante las próximas semanas, haciendo de enero y febrero los meses tradicionalmente más gélidos para la República Mexicana.
Este solsticio nos encuentra en un momento de reflexión sobre el clima, pues los patrones de los frentes fríos se han vuelto más erráticos. No obstante, la precisión del reloj astronómico se mantiene inalterable. Hoy, México se sumerge en la penumbra más profunda del año, pero lo hace con la absoluta certeza de que cada minuto ganado al reloj a partir de este lunes es un paso más hacia el renacer de la naturaleza. Es el inicio de una espera necesaria para el ciclo de la vida.
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