Lord Molécula se ha convertido en un personaje del folklore político por su constante participación en las mañaneras. Con su bigotito recortado, su sombrero de ala corta y su corbata de moño, usa constantemente el micrófono en Palacio Nacional para elogiar las políticas del gobierno de la Cuarta Transformación y hacerle “preguntas de tapete” a López Obrador.
POR RODRIGO VERA
Un viejo amigo de universidad con quien siempre he mantenido contacto, Baltazar Zaldívar, me telefoneó para invitarme a un desayuno con las compañeras y compañeros de grupo con quienes estudiamos periodismo en la UNAM, allá por los años ochenta. Nunca antes nos habíamos congregado, y a la mayoría yo le había perdido la pista. Nada sabía de sus vidas.
La cita fue el pasado 27 de agosto, en el restaurante “Don Toribio” del centro histórico de la Ciudad de México, donde una hilera de mesas cubiertas con mantel estaba dispuesta para la reunión, en uno de los salones del primer piso, frente a las ventanas que miran a la calle Bolívar.
Al llegar, reconocí las caras de algunos compañeros de generación, otras me fueron totalmente desconocidas después de tantos años sin vernos. “¡Qué barbaridad!.. ¿y éstos quiénes son?”, me pregunté, preocupado al no poder identificarlos ni saludarlos por su nombre.
Uno de estos rostros desconocidos fue el de un hombrecillo macizo, de pequeño bigote negro que había recortado meticulosamente, dándole la extraña forma de dos alas extendidas, como de murciélago en vuelo. Cubría su reluciente calva con un sombrero de toquilla oscura. Y vestía una guayabera blanca con flores bordadas en el pecho y en el cuello “mao”. Estaba sonriente. Muy animado y dicharachero.
–¡Qué tal!
–¡Qué tal!
Nos saludamos de abrazo. Afectuosamente. No nos recordábamos. Ni me lo dijo, ni se lo dije. En la misma situación estábamos algunos. Ya iríamos haciendo memoria durante el desayuno.
… Pero la cara con el bigotito de murciélago me parecía familiar. En algún lado la había visto recientemente. “¿Dónde? ¿dónde?”, me preguntaba. Hasta que por fin logré identificar al viejo compañero de universidad. “¡Claro! es el famosísimo Lord Molécula, el reportero que asiste a las conferencias mañaneras para alabar al presidente López Obrador”, me dije, tocándome la frente y satisfecho por reconocerlo.
–¿Es Lord Molécula, verdad? —les pregunté, para confirmarlo, a unas compañeras que en la mesa estaban sentadas a mi lado.
–Sí, es él—me contestó una de ellas.
–Algunos no vinieron a la reunión para no toparse con él. Les molesta que sea tan arrastrado con el presidente, y que además esté tan orgulloso de su lambisconería. Es el colmo —me cuchicheo al oído otra compañera.
Más allá del gremio periodístico, Lord Molécula se ha convertido en un personaje del folklore político por su constante participación en las mañaneras. Con su bigotito recortado, su sombrero de ala corta y su corbata de moño, usa constantemente el micrófono en Palacio Nacional para elogiar las políticas del gobierno de la Cuarta Transformación y hacerle preguntas a modo a López Obrador; “preguntas de tapete”, como las denominamos en el gremio. Representa, a extremos caricaturescos, a un periodismo totalmente plegado al gobierno.
Durante la charla de sobremesa, Pozos se incorporó de su asiento y empezó a repartirnos distintos souvenirs con la imagen estampada de Lord Molécula: un sonriente muñequito enfundado en un saco a cuadros, con sombrero, bigotito, lentes y moño anudado al cuello, entre sus manos lleva una pluma fuente y una libreta de reportero para tomar notas.
Nunca he asistido a una conferencia mañanera. Ignoro cuáles son los criterios para que un reportero pueda tomar la palabra y lanzar una pregunta al presidente, la cual tendrá resonancia nacional, lo mismo que la respuesta. Solo sé que hay una constante rebatinga por conseguir el micrófono. También he escuchado que los responsables de Comunicación Social de Presidencia juegan con dados cargados al dar preferencia a reporteros “paleros” –o seudo reporteros– que hacen estas preguntas muy cómodas para que el tabasqueño se luzca en sus respuestas.
Pues bien, en ese ámbito el amo y señor es Lord Molécula, mi ex compañero de Universidad.
A ese desayuno, algunos llevaron fotografías que nos tomamos durante aquella época estudiantil. Circularon por la mesa. Ahí aparecíamos delgadas y delgados, jovencísimos, sin arrugas y con abundantes cabelleras. Gracias a estas imágenes, empezamos a reconocernos mejor. En ellas aparecía el joven Carlos Pozos, hoy Lord Molécula, moreno, espigado y con un tupido copete que le caía sobre la frente. Claro que sí lo recordaba. En aquellos años trabajaba como DJ en un concurrido bar, para sostener sus estudios. Quién iba a imaginar que con el tiempo se transformaría en el famoso personaje de las mañaneras.
Durante la charla de sobremesa, Pozos se incorporó de su asiento y empezó a repartirnos distintos souvenirs con la imagen estampada de Lord Molécula: un sonriente muñequito enfundado en un saco a cuadros, con sombrero, bigotito, lentes y moño anudado al cuello, entre sus manos lleva una pluma fuente y una libreta de reportero para tomar notas.
A mí me tocó un cubrebocas contra el Covid donde se menciona que ya tiene “más de 100 mil” seguidores en redes sociales. Y aparte un PIN en el que dice tener “40 años en el periodismo”.
Luego rifó una taza de reluciente cerámica blanca también con su imagen. En pequeños trozos de papel escribimos nuestros nombres. Luego, bien doblados, se metieron en la copa del sombrero de Lord Molécula y se agitaron. Una mano femenina tomó al azar al papelito ganador de la rifa. Estuvimos todos contentos.
–¡Una foto Lord Molécula!- le pedí, antes de marcharme.
Y él y yo nos tomamos la foto.
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