Libre en el Sur

Mamás en pandemia / Prioridades claras

Fue entonces cuando aparecieron las mil y una actividades para hacer en cuarentena: conciertos, cuentacuentos, bibliotecas virtuales de todo el planeta al alcance. Nosotros, como mucha gente, creímos que sería sólo un tiempo, unos meses a lo mucho.

POR ANAYARI GARCÍA

Esta pandemia que a todos nos tomó por sorpresa a mí me agarró en un momento feliz de la vida, algo que a veces veo como una ventaja y otras tantas como una desventaja.

Hacía no tanto había logrado encontrar un cierto equilibrio en el que me sentía cómoda y plena entre mi maternidad y mi individualidad, esa que durante los primeros años de mis hijos había puesto a un lado y luego, con tiempo y paciencia, había tenido que buscar y rearmar.

Tengo dos niños hermosos de 7 y 10 años a los que amo con todo mi corazón y con quienes he disfrutado, no cada momento, pero sí cada etapa de su crecimiento, de nuestro crecimiento juntos. Desde los primeros meses en los que te ves y sientes envuelta en una ola de leche y sueño, donde te guía la ternura y ese miedo que antes no sabías que existía, hasta las pláticas y los proyectos que tenemos ahora, llenos de colores y detalles.

Con ellos he gozado y padecido en este año de maneras muy diferentes a cuando hacíamos el día a día en la “normalidad”. Por suerte puedo decir que el gozo ha sido mayor; los he visto crecer segundo a segundo, no sólo de tamaño (parece que los hayan alargado especialmente en estos meses, cosa que no me extraña con la cantidad de veces al día que tienen “hambrecita”), también han hecho un crecimiento personal enorme. Yo no puedo ni imaginar un ciclo escolar de mi primaria en encierro, sin poder ver a mis amigos, sin ir a la escuela y con la amenaza de un virus suelto que se puede llevar a los que más quieres si te descuidas.

Ellos no lo tuvieron que imaginar, de un día a otro lo estaban viviendo, sin previo aviso. El día que el grande se iría de campamento no hubo más clases presenciales y todo contacto con el exterior se vio remplazado por las pantallas. Fue entonces cuando aparecieron las mil y una actividades para hacer en cuarentena: conciertos, cuentacuentos, bibliotecas virtuales de todo el planeta al alcance. Nosotros, como mucha gente, creímos que sería sólo un tiempo, unos meses a lo mucho. Si me hubieran dicho que esto seguiría hasta hoy no lo hubiera creído y habría pensado que no lo conseguiría, por lo menos no con calma y emocionalmente bien.

Esa es la gran ventaja, estoy fuerte y tengo mis prioridades claras. Mi pareja y yo hemos construido con tiempo y esfuerzo un núcleo imperfecto pero sólido, lleno de amor y respeto que nos ha dado una base para convivir y vivir un encierro tan intenso de la mejor manera posible.

La desventaja es, claro, el haber perdido el espacio ganado y el temor a tardarme en recuperarlo una vez que esto acabe.


Joyera.

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