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Vecinos en Cuarentena / Más allá del coronavirus

Pasaron los días y el entorno no mejoraba, sólo se acrecentaba la incertidumbre, y con ella la polarización. Algunos amigos que por fortuna pudieron guardar la cuarentena, criticaban fuertemente a los que cambiaron poco o nada su rutina.

POR SALVADOR MARTÍNEZ SILVA

El tiempo transcurre lento. Al inicio de la cuarentena, amigos y familiares me preguntaron: ¿crees que se levante la cuarentena para tu cumpleaños? El 2 de julio se veía lejano. Coincidíamos que, a diferencia de varios amigos de junio, sin duda sería mi onomástico el pretexto ideal para reencontrarnos.

Pasaron los días y el entorno no mejoraba, sólo se acrecentaba la incertidumbre, y con ella la polarización. Algunos amigos que por fortuna pudieron guardar la cuarentena, criticaban fuertemente a los que cambiaron poco o nada su rutina. Las circunstancias laborales o económicas de los primeros distaban mucho de los segundos, quizá era algo que siempre pasaron por alto.

Y así continuaron los días, sin muchas certezas ni científicas, ni económicas en lo global; y con malestar, depresión y necesidad en lo terrenal. Y eso me ha llevado a realizar un cuestionamiento para el debate: ¿Cambiaste con la pandemia?

Además de las recomendaciones de lavado de manos, distanciamiento social y uso de artículos de protección, hubo una recurrente en todo el mundo, y que simplemente pasamos por alto: mejorar nuestra alimentación y evitar el sedentarismo. Mejores hábitos.

Sabemos que las personas con diabetes, hipertensión o tabaquismo son más vulnerables. Pero eso no lo descubrimos gracias a la aparición del SARS-Cov-2. Según el INEGI en 2016 la primera causa de mortalidad en México fue relacionada a enfermedades cardiacas, con 19.9% y el segundo lugar, con 15.4%, fue la diabetes. De estos, el 90% desarrollaron la enfermedad por sobrepeso y obesidad.

Hoy puedo decir que me consterna quizá aún más que el temor al virus, el ver cómo ignoramos nuestros errores y contradicciones. Frases como “mi papá es diabético, le tiene mucho miedo al Covid, pero no deja su panecito dulce”, en voz de una prima; o “no he visto mucho a mi papá porque es fumador empedernido, es población vulnerable” dicho por una amiga, son sólo dos ejemplos de los que seguramente todos tenemos cerca, o incluso vivimos en carne propia. ¡Ah!, y aquí sí, sin importar la fortuna de contar con estabilidad económica o una posición laboral sólida, o el infortunio de no tenerlas.

Ya estamos en julio. Mi cumpleaños ocurrió sin reunión. El mañana continúa incierto. Los contagios y muertes desafortunadamente siguen en incremento, pero nuestros hábitos tampoco mejoran. Asimilar que la vulnerabilidad humana la promovemos nosotros mismos y actuar para revertirla, será el primer paso sólido para realmente cambiar.

Mi temor es que llegue otro 2 de julio y la realidad nos diga que aprendimos… nada.

Vecino de la colonia Moderna. Periodista, comunicador y empresario. Apasionado del intercambio de ideas y promotor de la pluralidad. 

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