Ciudad de México, abril 19, 2024 07:02
Dinorah Pizano Osorio Mundo Opinión

Ernesto Cardenal, el sueño de Solentiname

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Revolucionarios son quienes pueden ver y razonar el mundo mediante la mirada del colectivo, quienes no resignan pie y palabra ante las desigualdades que impone una realidad social diseñada para acumular sin descanso. Por ello, entre tantos otros atributos, Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925) evidenció que la utopía existe en las orillas del mundo, en donde sin importar las condiciones objetivas se le arrebata imaginación a la sobrevivencia para transformarla en arte.

Fundada por Cardenal en 1965 como una comunidad de pintores y poetas, Solentiname (archipiélago en el Lago Nicaragua) irrumpió en el imaginario mundial para convertirse en mito. Por ahí desfilaron importantes personajes de la cultura mundial, como Julio Cortázar o Allen Ginsberg, atraídas por la figura del poeta y sacerdote apegado a la teología de la liberación.

Cardenal propagó entre la juventud nicaragüense la apasionante labor de enseñar. Su prédica en el amplio sentido de la palabra sembró en la mente mujeres y hombres la importancia de llevar al otro algo de lo que se tiene, compartir para crecer, transformar para vivir.

Aunque calificado de modesto y breve, el esfuerzo emprendido en Solentiname, el sueño de Solentiname, demuestra que no existe un destino ineludible, manifiesto o cosa parecida. Que la producción cultural reposa en ser humano sobre la tierra, lo único que se requieren son las condiciones del entorno para dar rienda suelta a la creatividad, la interpretación y exteriorizar pensamientos en forma de letras y colores.

Las realidades propiciadas por Cardenal, las cuales resistieron el paso de dictaduras, luchas armadas y disputas territoriales, nos recuerdan que desde las orillas del mundo también es posible emprender cambios. Más allá de posiciones políticas, vidas como la suya inspiran y hacen redoblar la apuesta por la cultura como medio para cambiar la realidad.

Un ejemplo son los talleres de poesía con niños enfermos de cáncer del Hospital La mascota, “…un himno a la belleza de la creación, celebrándola en todo lo que hay en ella”, en palabras del propio poeta. La compilación de dichos textos apareció bajo el título Me gustan los poemas y me gusta la vida.

“No quiero escribir,

no quiero hablar,

no quiero oír en todo un solo no.

No quiero morir”.

 “NO”                         Abel Peña, 10 años

Este enero, Cardenal cumplirá 93 años y publicará Así en la tierra como en el cielo, catalogado por él mismo como su último poema, “un canto a la vida y al universo”. Propagar obra y pensamiento de personajes comprometidos con el arte y la cultura servirá para inspirar a la juventud en busca de nuevos asideros, de nuevos faros que les permitan conformar puertos de llegada bajo principios de justicia, igualdad y libertad. La duración del sueño de Solentiname depende de nosotros.

Compartir

comentarios

Artículos relacionadas