Libre en el Sur

Vecinos en cuarentena / No extraño la normalidad

La normalidad de la desigualdad no tiene nada de buena, ni la de la pobreza, la falta de acceso a servicios educativos y de salud. Tampoco necesito la normalidad de la violencia que deja incompletas a decenas de miles de familias víctimas de asesinatos y atropellamientos viales

POR XAVIER TREVIÑO THEESZ

Es terrible ver que muchas personas se están enfermando, muchas mueren y muchas también se quedaron sin trabajo o ingresos, y la verdad es que las consecuencias de la pandemia van a ser devastadoras en términos de crecimiento económico y bienestar social, pero también es cierto que para mí la cuarentena ha sido una experiencia personal entrañable: he tenido a mis hijos 24/7. Claro, si la triple jornada con niños es demoledora en circunstancias normales, en la emergencia se hace más exigente: trabajo remunerado en un contexto pérdida de empleos e ingresos + trabajo doméstico en un hogar usado permanentemente + trabajo de cuidado duplicado porque no hay escuela. Pero el tiempo con mi familia es tan valioso, que no termino de extrañar una normalidad que permanentemente me lo quiere arrebatar.

No voy a extrañar una normalidad en la que tenga que salir en la mañana y regresar en la noche para un trabajo 100% presencial que valore más mi sola presencia que el valor que genero. Tampoco voy a extrañar esa normalidad en la que destinaría horas de mi vida a trayectos largos e incómodos en calles congestionadas llenos de vehículos contaminantes, ruidosos y peligrosos. La normalidad de la desigualdad no tiene nada de buena, ni la de la pobreza, la falta de acceso a servicios educativos y de salud. Tampoco necesito la normalidad de la violencia que deja incompletas a decenas de miles de familias víctimas de asesinatos y atropellamientos viales. Y mucho menos extraño la normalidad de una economía petrolizada y basada en quemar combustible fósil que está abriendo la puerta a la pandemia monstruosa del cambio climático. No quiero volver a ninguna de esas normalidades.

Toda crisis es una oportunidad, así veo esta pandemia. No podemos volver a lo que teníamos, no solo porque nos podemos contagiar sino porque nos merecemos algo mucho mejor. Consumo local, movilidad sustentable, economía baja en carbono, esperanza de vida, energía renovable, vivienda y espacios públicos de calidad, productividad laboral, acceso a educación, salud pero también a ocio y cultura… y tiempo con amigos y familia, y para uno mismo. Todo eso he pensado en esta cuarentena. Junto al trajín diario de cocinar, salir a trabajar, encerrarse con la laptop, comprar comida, trapear, escombrar y lavar platos de la rutina pandémica, está también el jugar, leer y contar cuentos que quiero seguir haciendo cuando esto acabe, y que ninguna catástrofe ambiental, económica o social trunque estos sueños. Esa es la nueva normalidad que añoro extrañar.

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