ROBERTO REMES TELLO DE MENESES
Destacado urbanólogo, ex coordinador general de la Autoridad del Espacio Público de la Ciudad de México, el autor plantea en este artículo su propuesta para el pueblo de Xoco, en la alcaldía Benito Juárez.
Lo que ha sucedido en Xoco no es un fenómeno privativo de la Ciudad de México. El desarrollo inmobiliario aplastó un pueblo originario. Primero fueron desarrollos relativamente chicos, luego decenas de departamentos en un solo condominio, y ahora el conjunto que albergará al edificio que será el más alto de la ciudad; un símbolo de poder, que ya se ve desde sitios históricos como el centro de Coyoacán, que hasta hace unos meses conservaban una vista limpia de elementos modernos.
La modernidad se impone sin que hayamos estado preparados para ella. Las reglas del desarrollo urbano en Ciudad de México no están basadas en formas, como en París, sino principalmente en el potencial (metros cuadrados). Esas mismas reglas permiten mover el potencial dentro de un mismo predio o un conjunto de predios. Se exige un dictamen de impacto urbano, que no mide realmente los impactos urbanos, evalúa solo un “checklist” de normas urbanas que, en más de una ocasión, no velan por lo que deberían velar: la gente, el ambiente y la historia.
Mitikah terminará de construirse dentro de poco tiempo. Llegarán más pobladores y trabajadores. ¿Cómo debe ser su relación con el Pueblo de Xoco y su centro de barrio? La enorme torre de 267 metros de altura estará allí, a poca distancia de un templo del siglo XVII y los vestigios prehispánicos que yacen debajo de él. Esos habitantes nuevos pasarán por el barrio, y no tengo claro qué tanto se esté trabajando para una mejor convivencia y beneficio al vecindario, mucho menos rendirá culto a la memoria histórica.
Desde hace más de 35 años frecuento la Cineteca Nacional. He caminado cientos de veces por esas angostas o inexistentes banquetas al lado de la iglesia, del Instituto Mexicano de la Radio y las casas de Xoco. Junto a los peatones, los autos pasan constantemente sin mayor precaución. El núcleo del barrio se volverá la ruta de paso hacia el Circuito Interior desde Mitikah.
El nuevo diseño de la calle de Real Mayorazgo, con sus banquetas infiltrantes y sus criterios ambientales deja de lado la única bondad del deprimido vehicular que pretendía construir Mitikah: evitar los traslapes entre los movimientos peatonales y vehiculares sobre real mayorazgo. Claro, el diseño del túnel estaba a la medida de Mitikah, no a la medida de la ciudad. La nueva calle seguirá sin resolver tanto las entradas y salidas de ambos bloques (el de MItikah y el del Centro Bancomer), que terminarán interfiriendo el paso peatonal. Pero además se mantendrá sin voltear a ver el tránsito de paso en el Centro del Barrio de Xoco.
Mi perspectiva es que desde Puente Xoco hasta el Eje 1 Poniente, Xoco debería ser peatonal, con tránsito vehicular limitado sólo a vecinos. Esto llevaría al mínimo el número de vehículos que transitaran las calles de Real Mayorazgo y San Felipe, lo cual no sólo ampliará el espacio público a favor de los peatones, sino que además lo convertiría en un barrio modelo en la ciudad, brindando oportunidades económicas a todos sus pobladores.
El diseño de Real Mayorazgo de Universidad a Puente Xoco debe ampliar áreas peatonales, pero en realidad ese tramo no es el más importante para la preservación del pueblo sino el tramo interior. Dejar que se mantenga como una vía de paso es un regalo a Mitikah: habrá más autos más horas al día y será menos agradable ser peatón.
Me parece clave, en la protección a Xoco, luchar por la peatonalización de San Felipe y Real Mayorazgo.
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