El encierro al que obligó el coronavirus y el ‘home office’ detuvieron la expansión de las grandes ciudades. Y alrededor de las urbes se encarecieron los inmuebles
POR ESTEBAN ORTIZ CASTAÑARES
Hace no menos de un lustro se estimaba que para el 2050 el 70% de la población humana se iba a concentrar en ciudades (o mega metrópolis).
En realidad, la población respondía a un proceso de centralización de capital en las metrópolis; conforme lo reportaba la consultora McKinsey en su estudio “Del mundo urbano: Mapeando el poder económico de las ciudades” (2011). Ahí revisó lo ocurrido en las 600 ciudades más grandes del mundo y demostraba que en dichas urbes se concentraba el 23% de la población pero que manejaban el 58% del PIB mundial (más de lo doble).
El gran problema era que la migración a las ciudades respondía en gran medida a la concentración del capital (la gente migra donde puede encontrar trabajo, y el trabajo está donde hay capital). Esto se debe a la transformación de las sociedades en las que cada vez se necesita menos recursos humanos para producir (agricultura / ganadería) o transformar (industria) productos; y la sociedad se concentra más en proveer servicios.
Como lo reporta el Banco Mundial, en 1991 el 35% de la población global se concentraba en servicios, en 2019 el valor subió al 50%. El segmento de mayor crecimiento fue el de servicios turísticos y de esparcimiento (incluyendo en especial el desarrollo de videojuegos).
El laureado con el Premio Nobel de Economía Paul Krugman (2008) lo define como la “Economía de la Aglomeración” en el cual el valor agregado de un empleado crecía más en una urbe donde más personas pueden beneficiarse de sus servicios. Además de los costos naturales que conllevan la concentración de la población en cuanto a tráfico y contaminación, consumo de recursos, problemas de salud, entre otros; este efecto generaba dentro de las ciudades una concentración de la riqueza en los sectores altos de la sociedad, impulsando a un gran sector de trabajadores a vivir en la pobreza.
Diversas investigaciones proponían el desarrollo de políticas de descentralización urbana como acción para mitigar este problema que se incrementa conforme la concentración urbana crece.
Lo que pasó (el desvío)
Pero la aparición del Covid-19 cambió todo… La concentración urbana fungió como un extraordinario punto de contagio y del desarrollo pandémico del virus (lo que hizo revisar aún más las estrategias de concentración urbana). Pero también forzó a que las empresas (de servicios, principalmente) a que desarrollaran alternativas laborales. Y así el llamado home office (trabajo desde casa, vía remota) se estableció como una nueva forma de trabajo. La gente comenzó a quedarse en los alrededores de las grandes metrópolis y solamente se desplazaba hacia ellas cuando su empleador lo requería (un par de días al mes, normalmente).
Un efecto de esto fue (2020-2021) fue la reducción en los precios de los inmuebles en las ciudades y un incremento de los mismos en las zonas periféricas (como se vio en el caso de Nueva York). Los reportes de crecimiento de las metrópolis empezaron a mostrar un decrecimiento o estancamiento.
Hacia dónde nos estamos moviendo
El decrecimiento de las urbes solo se está dando en las megalópolis, las ciudades grandes y medianas, a pesar de la desaceleración siguen creciendo, ai bien lentamente.
El trabajo remoto cambió el paradigma de vivir donde la empresa está. Para entender hacia dónde este cambio nos puede llevar, podemos revisar el comportamiento de los “Nómadas Digitales”, especialistas en programación que, desde la primera década el milenio, trabajan de manera remota desde cualquier parte del mundo.
Inicialmente empezaron a vivir en playas y lugares paradisiacos alejados de las grandes urbes. En la actualidad han regresado a las urbes de tamaño medio (1-2 millones de habitantes). La mayoría de ellos son gente joven que busca interactuar (físicamente) con gente homóloga y realizar actividades que solo las ciudades pueden ofrecer (eventos / festivales, conciertos, teatros, etc.). Actualmente los lugares más buscados por este segmento social son: Bangkok, Tailandia; Chiang Mai, Tailandia; Bali, Indonesia; Budapest, Hungría; Berlín, Alemania; Londres, Inglaterra y San Francisco, California, en Estados Unidos.
Para los nuevos trabajadores home office, dichas condiciones se empiezan a repetir. Gobiernos y empresas revisan la posibilidad de no limitar al empleado a vivir en un lugar específico. Por ejemplo, en Europa se discute la posibilidad de permitir la libre movilidad de los empleados home office dentro de todo el continente y por ende es probable que el grueso de este grupo empiece a seguir un camino similar al de los “Nómadas Digitales”. Será un proceso de transformación lento, que se dará principalmente en los jóvenes que no cuentan con vínculos fuertes con el lugar donde viven.
Por lo que podemos pronosticar que…
- El crecimiento de la mega metrópolis (con más de 15 millones de habitantes) se detendrá.
- Las ciudades medianas seguirán su crecimiento hasta estabilizarse en poblaciones de 5 millones, en promedio.
- El lugar donde uno vive (para una gran mayoría) estará desligado de su lugar de trabajo.
- El trabajo remoto generará una competencia mundial que, por un efecto de vasos comunicantes, traerá crisis en los países avanzados y grandes oportunidades para los que están en desarrollo (si estos últimos tienen la capacidad para realizar los trabajos de alta especialización que serán requeridos).
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