Por María Luisa Rubio González
Este texto va sobre el triunfo de Trump, el Brexit y el referéndum por la paz en Colombia. Tiene que ver con la discusión sobre los matrimonios igualitarios, y con lo que pasa en Siria y en Standing Rock. Pero también con los gobernadores acusados de corrupción y cohecho. Tiene que ver con el mundo y con los seres que lo habitamos. Especialmente tiene que ver con los seres que lo habitamos.
En su libro Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación, el filósofo y escritor italiano Alessandro Baricco apunta:
…en su propia relación con los bárbaros toda civilización lleva inscrita la idea que tiene de sí misma. Y que cuando lucha con los bárbaros, toda civilización acaba eligiendo no la mejor estrategia para vencer, sino la más apropiada para confirmarse en su propia identidad. Porque la pesadilla de la civilización no es ser conquistada por los bárbaros, sino ser contagiada por ellos: no es capaz de pensar que pueda perder contra esos andrajosos, pero tiene miedo de que luchando pueda salir modificada, corrompida. Tiene miedo a tocarlos. Así a que tarde o temprano a alguien se le ocurre la idea: lo ideal sería poner una buena muralla entre nosotros y ellos.
Para los chinos, los bárbaros eran los nómadas del Este, pero también lo fue Beethoven para la sociedad de su época. El Himno a la Alegría, uno de nuestros epítomes de “música culta”, rompió con los cánones de la música sinfónica y no fue muy bien recibida por la crítica, que la consideró “escandalosa”. Baricco nos invita a imaginar a un hombre que llegó despeinado y con un frac verde al estreno de su Sinfonía, en un teatro abarrotado de impecables pelucas y fraques negros. El equivalente a un punk, pues.
¿Quiénes son esos “bárbaros”, a los que se refiere Baricco?. Vistos desde el centro de la civilización, califica a “bárbaro” todo aquel que no se ajuste a los cánones establecidos por esa civilización. ¿Quiénes son, quiénes somos entonces los bárbaros?. La pregunta no es retórica, es una duda genuina a la luz del listado con el que abre este texto.
En el triunfo de Trump en Estados Unidos, a pesar de sus señalamientos machistas y xenófobos, ¿los bárbaros resultan ser los liberales que pugnan por la equidad de género y los derechos universales?. ¿Es la sociedad civilizada la que quiere a sus mujeres en casa y las fronteras de los países cerradas a cal y canto?.
En Siria, donde los bombardeos alcanzan hospitales pediátricos, ¿quiénes son los bárbaros y cuál es la civilización?. En Standing Rock, reserva sioux en Dakota del Norte, en donde se construye el oleoducto Dakota Access que pone en riesgo el ecosistema del Missisipi, y cuya resistencia pacífica está siendo batida a golpes por la policía, ¿quiénes son los bárbaros?.
Detengo el cuestionamiento (que, de verdad, no es retórico), para recuperar del texto de Baricco un elemento: La resistencia de la civilización frente a los bárbaros con estrategias que afirmen su propia identidad. ¿Cuál es la identidad de la civilización actual? Puedo decir cuál es la civilización con la me identifico o que considero deseable para la sostenibilidad de nuestra especie en el planeta. Puedo decir que me siento asustada o enojada cuando alguien o algo pone en riesgo mi idea de civilización (de ahí mi rechazo a la corrupción, la ilegalidad y la irresponsabilidad con el medio ambiente). En esa medida entiendo, pero no justifico, a quienes se oponen al matrimonio igualitario: el reconocimiento de los derechos universales pone en riesgo su noción de la sociedad y en último sentido su propia identidad. Una mujer empoderada pone en riesgo el hábitat machín, su valía, su existencia.
Y en esa tensión entre civilización y barbarie ¿habrá alguna posibilidad de negociación, de acuerdo?. La muralla china, esa “idea escrita en roca”, dice que no; el muro declarado de Trump, la salida de Gran Bretaña de la UE, la represión policial en Dakota del Norte, los bombardeos en Siria, son todos muros físicos o metafóricos que cancelan cualquier posibilidad de diálogo.
En el mismo libro, Baricco afirma que entender la mutación, como llama al cambio de época que vivimos, es la única forma de conservar una posibilidad de elección. En ese intento de comprensión, estimado lector, estimada lectora,¿dónde está la civilización? ¿quiénes son, quiénes somos los bárbaros?.
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