Libre en el Sur

Rafael Heredia, un orgullo vallesino

Tiempo atrás tuve la oportunidad de conocer a Rafael Heredia, cuando apenas cursaba el segundo año del bachillerato, en la Escuela Nacional Preparatoria número 5 (sí esa la de Coapa), entonces era un estudiante de medianas calificaciones, un aguerrido jugador de futbol americano con los Gallos de Comercio y, sobre todo, un buen amigo de hablar ligero y sonrisa fácil.
Heredia, como muchos de nosotros nacidos en la colonia Del Valle, también gustaba de escuchar rock por las tardes noches en aquel Datsun verde, equipado con bocinas estereofónicas, de los hermanos Baledón, hijos del legendario mariscal de campo de los Pumas Dorados de la UNAM, Arturo “El Pelón” Baledón”, bocinas que eran un deleite para escuchar el programa de “Buenas Vibraciones”. Tiempos en los que era un disfrute vivir en las colonias Narvarte, Vertiz Narvarte y, por supuesto en la Del Valle. La zona, conocida ahora como la delegación Benito Juárez, era un paraíso para los jóvenes. Los autos no circulaban con tanta profusión, las calles no estaban invadidas por tantos edificios y departamentos minúsculos, que hacen de la densidad poblacional algo ya inaguantable. Sobrepoblación y saturación de los servicios como resultado.
Las calles entonces — en los 60s, 70s y hasta los 80s– eran nuestras, de los jóvenes que en épocas de vacaciones las convertíamos en canchas de tochito, cascarita y hasta de bote pateado, jugábamos desde muy temprano hasta el anochecer. Las casas eran enormes, como la de mí abuela paterna, donde teníamos cabida familias numerosas, con bisabuelas, tíos, primos y demás. Heredia era, pues, uno de nosotros. Un joven más de la colonia Del Valle de familia numerosa y afectos paternales. Bien nacido pues.
Ahora aquel receptor de los Gallos de Comercio y posteriormente de los Guerreros Aztecas de la UNAM, estudiante de la carrera de Derecho, por supuesto de la UNAM, cobra notoriedad por su generosa defensa en el caso del joven José Antonio Zúñiga Rodríguez acusado el 14 de diciembre del 2005 de homicidio calificado, cuando ni siquiera conocía al occiso y se encontraba muy lejos del lugar del crimen, juzgado por un inepto juez y sentenciado a 20 años de prisión pese a todas las pruebas a su favor.
Heredia destaca en el documental Presunto culpable, sin duda una película obligada que desnuda la ineficiencia, la corrupción, la impunidad y la malignidad de nuestro sistema de justicia, por no haber cobrado ni un quinto en la defensa de Zúñiga. Heredia es definitivo y contundente cuando solicita, exige, en un acto de justicia, al “venerable” señor juez que dicte sentencia absolutoria a su defendido. Si bien es cierto que fueron investigadores del CIDE quienes lo contactaron y trabajó al lado de los también jóvenes abogados Layda Negrete y Roberto Hernández que realizaron una notable labor, Heredia pavimento las vías para la absolución del “presunto culpable”, pues observó desde un principio lo inequívoco del caso, observó que toda la lista de testigos a favor del acusado no fueron presentados.
Heredia es sin duda uno de esos vallesinos de los que nos debemos sentir orgullosos. Nació, creció y se desarrollo allá por los rumbos de Rebsamen y avenida San Antonio.
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El sábado y domingo pasado concursaron para ingresar a las licenciaturas que ofrece la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) más de 150 mil jóvenes, de los cuales sólo 15 mil podrán aspirar a tener educación superior. Algunos de estos rechazados, en el mejor de los casos, irán a escuelas y universidades patito de donde saldrán medianamente preparados para la vida profesional, el resto integrarán las enormes filas de los ni nis, o serán subempleados y carne de cañón del crimen organizado.
Urgen mayores recursos para la educación superior para abrir más y mejores espacios. La UNAM tiene ya su matrícula completa, al igual que el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Pregunta ¿qué no Felipe Calderón en el aniversario 75 de la fundación del IPN se comprometió con éste asunto? Entonces dónde están los recursos.
Resulta absurdo que en pleno siglo XXI, considerado el del conocimiento, sólo 28 por ciento de los jóvenes mexicanos en edad de estudiar carreras universitarias tengan acceso a las instituciones públicas y privadas de educación superior. En Estados Unidos el índice de los que pueden es de 93 por ciento.
Tan sólo en nuestra demarcación se pueden observar ya cientos de jóvenes dedicados al comercio informal, a puestos bajamente remunerados y a otros caminando por los parques y calles sin más meta que ver pasar, inútilmente, el tiempo. El 28 de febrero en su nota principal, La Jornada destacó que la Secretaría de Seguridad Pública federal informó: “el aumento de la delincuencia organizada y de los asesinatos violentos en el país tiene su origen en la falta de empleo bien remunerado y oportunidades de estudio para millones de jóvenes de entre 14 y 17 años que al no encontrar una oportunidad honesta para subsanar sus necesidades más básicas son blanco fácil de los criminales”. La delegación Benito Juárez tiene un alto índice de pobladores jóvenes, pero a su vez un gran déficit de espacios para ellos, tanto deportivos, como culturales.
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“Oye Bartola, ahí te dejo 6 mil pesos: pagas la renta, el teléfono y la luz, con lo que sobre pagas las colegiaturas”, del insigne compositor y secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, quien al querer aclarar quedó mal parado en terrenos fangosos, hasta perder la precandidatura presidencial de su Partido Acción Nacional, pues reconoce que los mexicanos pese a los aumentos en las gasolinas, la alza en los impuestos y el incremento de los precios en alimentos “son heróicos” al poder sobrevivir con tres salarios mínimos. Vaya sensibilidad de funcionario público.
*Víctor Manuel Juárez es periodista y vecino de la colonia Del Valle.
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