ANDRÉS SALCEDO ORTIZ / 17 AÑOS
Me he enfocado considerablemente en mantener un equilibrio en muchos aspectos, y he podido cuestionar muchas situaciones de mi vida que había mantenido inconclusas, por el hecho de no tener tiempo.
En esta época de pandemia he tenido muchas fases, sensaciones y sentimientos diferentes. Dentro de todos estos estados he aprendido muchas cosas y he tenido nuevas experiencias, por la misma razón de que he pasado por estas etapas. Me he enfocado considerablemente en mantener un equilibrio en muchos aspectos, y he podido cuestionar muchas situaciones de mi vida que había mantenido inconclusas, por el hecho de no tener tiempo.
Este texto está basado en mi forma de pensar el desarrollo de la pandemia, propiciada por el coronavirus SARS-CoV2 (COVID-19). Desde mis vivencias y experiencias, me he dado cuenta de algo muy importante, que cada vez que salgo a cualquier lugar las personas están sumamente asustadas. He notado que, por lo general, están poco informadas o que lo están de una manera muy superficial con respecto al tema, incluyéndome en esta situación.
La mayoría de las personas nos hemos informado por fuentes poco confiables, y basamos nuestras acciones en datos que, la mayoría de veces, son de un acceso fácil, rápido y con una supervisión muy básica, e, inclusive, son experiencias o anécdotas de otras personas.
Por esta razón, creo que existe una gran incertidumbre con respecto a este tema. Iniciando con que, en realidad, no existe suficiente información para tener total certeza de que no hay riesgos, pues no hay información constante sobre este problema.
De igual manera, creo que el pánico que existe por las muertes propiciadas por la COVID-19, es exagerado. No por la cantidad de muertes que hay, sino, porque es muy probable que el porcentaje de decesos que existen sea mucho menor.
Una persona de bajos recursos no tiene la suficiente capacidad económica como para poder pagar una prueba para detectar la COVID-19, de igual manera, cuando una persona se infecta del virus —como es el caso de mi mamá— ya no es una prioridad hacer y pagar la prueba para el resto de los integrantes de la familia, como en nuestro caso.
Por último, también creo que el hecho de no poder conocer en realidad qué cantidad de personas asintomáticas han sido infectadas, hace imposible saber qué porcentaje de infectados hay. Por esta razón, el índice de enfermos en la actualidad sólo es el indicador de las personas que llegaron a estar gravemente enfermas, o son personas que ya han fallecido. Estas conclusiones se basan en mi manera de pensar y en mis creencias.
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