Libre en el Sur

EL ÁLBUM / Regresar a clases… ¡hace un siglo!

La mayor parte de las escuelas eran dirigidas por conventos y órdenes religiosas y en muchas zonas rurales de nuestro país, había que recorrer grandes distancias para poder acceder a la enseñanza.

ADRIÁN CASASOLA

Queridos lectores de Libre en el Sur. Seguramente muchos de ustedes, junto con sus hijos se preparan para este nuevo regreso a clases. Las compras de cuadernos, libros, plástico para forrar, lápices y plumas, así como la flauta y el transportador, forman parte de una danza de chicos y grandes para estar preparados. El despertador del reloj digital o el teléfono celular suena y suena, inclemente, anunciando que se debe madrugar para cumplir con asistir a la escuela.

Esta rutina debe considerarse sin duda un privilegio más allá de si se asiste a un colegio público o privado y si está “algo lejos” del domicilio. Muchas veces olvidamos lo complicado que resultaba aprender y estudiar en nuestro México hace más de un siglo. La gran mayoría de los colegios albergaba en ellas a las maestras, que se entregaban a la profesión magisterial en cuerpo y alma, sacrificando sus descansos e incluso teniendo que renunciar a casarse y ser madres, pues debían guardar una conducta intachable y dedicarse de lleno al cuidado y enseñanza de la niñez.

FOTO 2: Niños dentro de un colegio de sacerdotes. Autor: Agustín V. Casasola, circa 1910

Antes y durante el período revolucionario, la mayor parte de las escuelas eran dirigidas por conventos y órdenes religiosas y al igual que ahora en muchas zonas rurales de nuestro país, había que recorrer grandes distancias para poder acceder a la enseñanza.

En muchas ocasiones había alumnos de diferentes edades y grados dentro de los salones de clases y esto hacía más difícil la labor de los maestros y maestras y sin embargo, la población del país aprendía a leer y escribir, nociones básicas de matemáticas y civismo, algo de historia de México, nociones de doctrina católica y se complementaba con ejercicios de calistenia y la práctica de algún deporte.

FOTO 3: Francisco Villa reunido con niños de alto promedio. Autor: Agustín V. Casasola, circa 1920

Mención aparte merece la labor del general Francisco Villa quien, debido a que él no tuvo acceso a la educación cuando niño, emprendió una labor que es, hasta el momento, inédita dentro de México: construir 50 escuelas en un mes. Así es, de diciembre de 1913 a enero de 1914, siendo gobernador interino de Chihuahua aportó durante su gestión este importante paso para la niñez chihuahuense. El decía que se debía pagar “primero a un maestro y después a un militar”. También es recordado por recoger a más de 300 niños huérfanos que dormían en la calle y llevarlos en tren hacia Chihuahua, para posteriormente vestirlos, alimentarlos y prepararlos en una escuela de artes y oficios. Esto sucedió durante su estancia en la Ciudad de México en diciembre de 1914. Durante su retiro de la vida militar en 1920, fundó la escuela “Felipe Ángeles” cerca de su rancho en Canutillo, Durango y se reunía a comer y convivir con los niños y niñas de mejor promedio. Sin duda, una faceta del general que muchos desconocen…

¿Ya ven porqué decimos que estudiar como lo hacemos hoy en día es un privilegio? No debemos de olvidar nuestro pasado para ser más conscientes de nuestro presente.

FOTO 4: Niñas en clase de química y dactilografía (mecanografía). Autor: Colección particular LGC, circa 1911

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