Libre en el Sur

Vivir con la Pandemia / Reportear en cuativerio

Estoy convencida, pues, que la aprehensión de un periodista es fortaleza para que el Covid 19 no mate el afán de encontrar la noticia debajo de las piedras.

POR LETICIA ROBLES DE LA ROSA

Estoy convencida que una característica de los buenos reporteros es la aprehensión. Una aprehensión que los lleva a ser testigo directo de los hechos. Oler la nota e ir tras de ella. Buscar entrevistas, leer documentos, dialogar fuera de grabadora. Todo por conseguir la noticia exclusiva y oportuna.

Sentí por primera vez esa aprehensión adictiva del periodismo cuando hace 34 años comencé a reportear, en una orden de trabajo de la extinta Extra de Excélsior, que oficialmente se llamaba Últimas Noticias Segunda Edición.

Mi orden era cubrir la fuente de Comunicaciones y Transportes. Era sábado. Yo era estudiante en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y gracias a mi admirado Jaime Contreras tenía por primera vez la oportunidad de hacer periodismo.

Recuerdo que me mandaron a unas oficinas que estaban donde hoy se ubica la estación Buenavista del Metro y, ¿qué creen? ¡Estaba cerrado! Me senté en la banqueta a llorar. ¿Qué hago? Frente a mí estaba la estación del ferrocarril, donde hoy está una plaza comercial.

Entonces, mi incipiente instinto reporteril me dijo: comunicaciones y transportes= ferrocarriles. Me metí a la estación, comencé a preguntar a los pasajeros qué les parecía el servicio. Me fui al teléfono público y dicté el primer adelanto de nota de toda mi historia. No me publicaron ni una letra, pero esa angustia que sólo los periodistas saborean me atrapó para siempre.

Esa sensación de vacío en el estómago, por la aprehensión de estar presente en el lugar de los hechos, me acomete desde el 16 de marzo de este año, cuando decidí el encierro para evitar el contagio del Covid 19.

Así como un adicto a las drogas y/o al alcohol y/o al cigarro, siente ansiedad porque no tiene la sustancia maligna en su cuerpo, así yo siento todos los días la ansiedad de no estar en el lugar de los hechos.

Pero los 34 años de ir tras la nota, de hablar con cientos de personas, de estudiar para conocer las entrañas de mi fuente, me han permitido que esa ansiedad no se convierta en locura momentánea, porque me ganen una noticia.

Y así como desde entonces aprendí a escribir en una máquina mecánica, con papel revolución y hojas calca, hoy tuve que aprender a manejar la tecnología para hacer entrevistas a distancia, para “bajar” archivos pesados y para estar presente en todo momento.

Estoy convencida, pues, que la aprehensión de un periodista es fortaleza para que el Covid 19 no mate el afán de encontrar la noticia debajo de las piedras, que hoy veo a distancia, pero que me ha permitido mantener el afán perpetuo de ganar la noticia.

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Reportera de Excélsior asignada al Senado. Especialista en Poder Legislativo, procesos electorales, energía y transparencia. Profesora de asignatura en la UNAM.

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