Libre en el Sur

Resurge la investigación –no en México– de las drogas psicotrópicas y sus posibles beneficios para la salud

En dosis moderadas, se comienza a mostrar que son efectivas contra la ansiedad y adicciones a las drogas y el alcohol

Nuestro país, meca y referencia cultural e histórica de los psicodélicos (al menos de la mezcalina y la psilocibina), desde que la revista Life hizo célebre a María Sabina, no tiene un papel activo y relevante en la investigación científica que se reabrió después de una prohibición de Nixon que permaneció por cinco décadas.

POR ESTEBAN ORTIZ CASTAÑARES

Con la nueva apertura del mundo a la investigación de los efectos medicinales de las drogas alucinógenas, Nextflix estrenó una serie muy bien documentada sobre el tema, realizada por el periodista Michael Pollan.

En los sesenta Nixon tomó la decisión de prohibir el uso de psicodélicos no solo para la población en general (que podría estar justificado), sino para la investigación científica en los Estados Unidos. Y el resto del mundo siguió su ejemplo. Así quedaron confinadas la Psilocibina (hongos), LSD, MDMA (Éxtasis) y la Mezcalina (Peyote) a la ilegalidad. Los productos se siguieron vendiendo (sin control) a través del comercio clandestino, iniciándose para la ciencia una época de oscurantismo que imposibilitó analizar las características y posibles funciones de estos estupefacientes en la medicina.

Finalmente, después de casi 50 años, en la primera década del 2000 se abrió la posibilidad de continuar con las investigaciones sobre los estupefacientes, inicialmente en Suiza y lentamente se ha abierto en otros países industrializados como son Inglaterra y Estados Unidos. Las investigaciones empiezan a mostrar que son extremadamente efectivos en la eliminación de ansiedades, fobias, miedos y obsesiones (producidas por experiencias de guerra u otras experiencias traumáticas y enfermos terminales, así como trastornos humanos, como el tartamudeo y la eliminación de adicciones (alcoholismo, drogas).

Portada de la revista Life

Con características distintas entre cada sustancia, todos generan una explosión de serotonina en el cerebro que inhibe temporalmente la función de la amígdala (suprime los miedos) y permite a la gente revisar libremente recuerdos y pensamientos que los afectan.

De lo descubierto está que no producen adicción, y normalmente no requieren de más de tres sesiones para completar el tratamiento. De cualquier manera aún no se descarta, al menos en la medicina formal, el riesgo de que un mal manejo de este tipo de sustancias puede derivar en una psicosis (como en todo, las panacea no existe). Además de estas características curativas se cree que ayudan al desarrollo de la creatividad.

Algunos descubrimientos y desarrollos importantes en la evolución humana se dieron con apoyo de estas sustancias, según las propios supuestos. Algunos de los genios los habrían consumido, en especial en los sesenta, en California, como los creadores de la revolución informática (como Steven Jobs, fundador  de Apple).

La serotonina focaliza al individuo en el aquí y ahora, inhibiendo (o reduciendo) la conciencia del yo, conforme lo documentó (entre otros) Aldous Huxley (el escritor del libro Un Mundo feliz), cuando la probó en 1953, según quedó documentado en su libro Las Puertas de la Conciencia. Es por eso que los grupos humanos lo han utilizado también para fines religiosos y experiencias místicas. Lo interesante es que, de las cuatro sustancias, dos fueron (re)descubiertas por occidente a través de México. Nuestras culturas ya utilizaban estas substancias desde antes de la llegada de los españoles, para fines curativos y místicos.

Portada del libro de Huxley. Foto: Especial

La historia de los hongos alucinógenos

Se utilizaron desde la antigua Grecia y se le conoce con el nombre de Kykeun.

En la Ilíada se menciona su existencia. Era una bebida con agua, cebada, yerbas y hongos. Se cree que era parte del ritual del oráculo de Delfos.

En América se empezaron a consumir en las culturas Mayas e Incas para fines místicos y curativos. Con el tiempo, es muy probable que los mayas hayan diseminado el conocimiento y uso a las otras culturas mesoamericanas.

A la llegada de los españoles este tipo de ritos fueron prohibidos y perseguidos, considerados demoniacos. Su uso se mantuvo en lugares donde el acceso y el control colonial era difícil. Donde los pobladores podían utilizarlos sin miedo a represalias y muchas veces como única alternativa medicinal.

El redescubrimiento de occidente se dio apenas en los cincuenta, cuando el banquero Robert Gordon Wasson y su esposa Valentina Pavlovna, interesados por etnomicología (ciencia que revisa la interrelación del hombre y los hongos), hicieron un viaje a Oaxaca para conocer a Maria Sabina y experimentar los efectos de la Psilocibina (hongos).

Las célebres páginas de Life. Foto: Especial

Robert logró convencer a Sabina de permitirles (a él y a su esposa) tener una experiencia con los hongos. Los resultados de la experiencia fueron publicados. Gordon en la revista “Life” (1957) y su esposa, unos días después, en la revista “This Week” (de gran fama nacional, en USA,  en esa época). Sus reportes provocaron una revolución en la sociedad y fueron inspiración para cientos de investigaciones científicas. A partir de ese momento, famosos acudieron en búsqueda de una experiencia trascendental, y visitaron a la curandera. La población de Huautla de Jiménez (lugar donde vivía Sabina) vio esta ola de turismo psicodélico como una invasión a sus tradiciones y expulsaron a la curandera bajo la acusación de traición (por haber traído al hombre blanco el conocimiento mazateco milenario).

Las investigaciones científicas aparecieron y se desarrollaron. Incluso se creó una rama de la psicología / psiquiatría llamada “Psicología Psicodélica” que realizaba terapia con el uso de hongos y LCD. Investigadores como Timothy Leary de Harvard impulsaron el desarrollo de esta nueva terapia y del consumo (sobre todo de LCD) en general para el desarrollo y liberación de la mente, convirtiéndose en una especie de misionero del LCD.

Aparecieron cientos de grupos psicodélicos en los Estados Unidos que fueron vistos por el gobierno como una amenaza. El riesgo muy probablemente era una mezcla de factores nuevos y sin control; como la resistencia al orden social imperante de los jóvenes (que creaban nuevos experimentos sociales como las comunas), las protestas contra las políticas internacionales americanas (Vietnam) y porque muy probablemente (aunque se exageró) hubo casos de psicosis en los consumidores regulares de LCD. Nixon prohibió todo y declaró como enemigo número uno de los Estados Unidos a Thimoty y a los alucinógenos; inició allí una época de oscurantismo científico.


La mezcalina o peyote

El redescubrimiento de la mezcalina (peyote) por occidente es mucho más compleja. Las distintas culturas prehispánicas del norte de México, como los yaquis, huicholes e inclusive los aztecas lo utilizaban antes de la llegada de los españoles. En la colonia, igual que en el caso los hongos, su consumo fue perseguido y se mantuvo en la clandestinidad.

En la historia americana en el siglo XIX los nuevos americanos, los europeos, lograron someter a todas las culturas nómadas y aislarlas en reservaciones (como son los Sioux, Comanches, Apaches, Kinowas). Se les prohibió las reuniones de clanes, donde se consumía tabaco –que en fuertes dosis produce también un ligero efecto alucinógeno–porque promovían la rebeldía y el ataque a los asentamientos de los nuevos colonos.

Con la introducción del tren Texas-México (1881) estos grupos conocieron el peyote, que sustituyó al tabaco en sus rituales. La nueva práctica les permitió una introyección mayor al misticismo y un refugio de sus tradiciones. Occidentales como Frederick Smith, uno de los personajes más importantes de la iglesia mormona, conoció al pellote de ellos y lo consumía para poder tener acceso a las experiencias místicas que (según él) le permitieron desarrollar su gran proyecto de “La Construcción de Sion” (aplicar la ética cristiana para resolver los problemas sociales, construcción de hospitales, cooperativas agrícolas y asilos para la comunidad). Los indígenas crearon por su parte la “Iglesia Nativa Americana”, para proteger sus ritos; integrando en un sincretismo el peyote como parte de la comunión cristiana que conocemos.

Las leyes de los setenta contra los psicodélicos prohibieron el consumo de peyote. Los indígenas, después de una lucha por la libertad de creencia, obtuvieron el permiso de continuar con sus ritos (la “Iglesia Nativa Americana” sigue existiendo hasta el día de hoy). Pero a la ciencia no se le permitió investigar más.

En los años setenta Carlos Castaneda escribió una serie de libros relacionados con la brujería, curandería y misticismo en México. En donde “Mezcalito”, el alma del peyote se aparecía durante la experiencia y era un guía / maestro, uno de los protagonistas más importantes.

En nuestro país solamente se mantuvieron los casos que habían sobrevivido de la clandestinidad colonial, tolerados por el gobierno por ser excepcionales bajo el régimen de usos y costumbres, como la Peregrinación a Wirikuta y el rito de “la caza del venado sagrado”, donde los huicholes recolectan la cactácea para llevarla a sus pueblos y sanar sus enfermedades y depurar el espíritu. En este tipo de áreas, donde existe un componente místico esotérico, se agrupan una gran cantidad de farsantes, creadores de pseudociencia-ciencias, simuladores e ingenuos.

Por lo que este nuevo renacimiento abre la puerta a nuevos descubrimientos donde a través de investigaciones y revisiones a la luz de los hechos, podremos encontrar los beneficios que este tipo de substancias nos pueda ofrecer. Es una pena que México, la meca y referencia cultural e histórica de los psicodélicos (al menos de la mezcalina y la psilocibina), no tome un papel activo y relevante en la investigación. Y que una vez más el exterior nos muestre lo grandes que hemos sido y que somos.

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