Filósofo, sociólogo y político, Ricardo Pascoe vincula estrechamente la tragedia del 19 de septiembre y sus muertos con el boom inmobiliario que se dio a partir del año 2000, donde hubo un descontrol de edificios altos (“irregulares por definición”) que colapsaron o provocaron el colapso de otros inmuebles en plena zona sísmica.
Por Francisco Ortiz Pardo
Ricardo Pascoe Pierce, el último delegado no panista de Benito Juárez, lo dice convencido y lo repite: El boom inmobiliario en la demarcación, cuyos riesgos y daños quedaron al descubierto con la tragedia sísmica del 19 de septiembre, comenzó cuando Andrés Manuel López Obrador decretó el Bando Dos, que supuestamente repoblaría las delegaciones centrales.
Si bien en la época de la regencia de Carlos Hank González la comunidad juarense sufrió una primera “fractura” con la implementación de los Ejes Viales, explica, fue con el célebre Bando que se permitió que “todo cambiara de golpe a seis niveles en el corazón mismo de las colonias”.
De ahí que, sentencia en entrevista, con el trágico terremoto muchos edificios dañados o fueron construidos sin reparar en las condiciones del subsuelo o se recargaron unos a otros. “O bien –añade— varios edificios nuevos simplemente fueron construidos sin considerar las mínimas normas para una zona sísmica”.
Y es que aunque como consecuencia de los Ejes Viales se rompieron “los ciclos comunitarios” y se dio un “primer rompimiento del carácter habitacional” de la zona, aún se respetaban los planes delegacionales de desarrollo, colonia por colonia, y los máximos de tres y cuatro niveles en edificaciones. “Los ejes viales tenían un efecto limitado”, resume.
Ricardo Pascoe fue delegado de Benito Juárez de 1997 al año 2000, justo antes de que se decretara el Bando Dos y de que llegara a la Jefatura Delegacional el primero de los panistas que han gobernado ininterrumpidamente desde entonces. Cuenta que durante su gestión el plan de desarrollo le permitió impedir edificios fuera de la norma. “En todo caso –recuerda— donde había problemas era en viviendas que convertían en oficinas, lo que tuvimos que enfrentar de la mano con los vecinos”.
Pero del año 2000 en adelante “al gobierno delegacional ya no les importó el control y prefirió adoptar el criterio de López Obrador, con la construcción de edificios irregulares por definición”, espeta. “Decían que eran de interés social cuando estaban en obra negra pero con los terminados los precios subían arriba del millón de pesos.
Los gobiernos delegacionales “sistemáticamente se han negado a sujetarse a las normas”, acusa. “Los sismólogos de la Ciudad de México han dicho que si se respetaran las normas esos edificios habrían resistido. No habríamos tenido esta tragedia”.
La “atrocidad” del Bando Dos –sostiene Pascoe, quien cuenta con una maestría en Sociología en la Flacso, en Santiago de Chile, así como un doctorado Honoris Causa en Leyes, por la Senior University International, de Vancouver, Canadá— es que “desechó por completo la idea de planeación urbana. No racionalizó sobre la protección de las colonias, no importó si se trataba de pequeños senderos comunitarios o pequeños pueblos, como en Xoco”.
Además, dice, el repoblamiento auspiciado por esa política no fue para vivienda de interés social, sino media y alta, “y eso trastocó todo”. Desde ahí, cada gobierno ha inventado diferentes modelos para hacer edificios enormes, explica. A lo de López Obrador siguió la Norma 26 y la Transferencia de Potencialidades de Marcelo Ebrard y después el intento de las Normas 30 y 31 y los sistemas de Actuación por Cooperación de Miguel Ángel Mancera, que trata de un fondo de supuestas mitigaciones por parte de los constructores pero sin ninguna auditoría vecinal.
Todo esto “liberalizó el mercado inmobiliario a los intereses de las grandes empresas, sin planificación de largo plazo, sin ningún control, sin calcular servicios y el impacto de movilidad”.
Y ahí están las consecuencias, dice: “Alrededor del 20 por ciento de los edificios colapsados fueron construidos hace un año; y la mayoría de los que resultaron inhabitables son de la época del Bando Dos, incluso los edificios más viejos porque en esos casos se trató de que les permitieron construir más niveles donde las estructuras o el subsuelo no aguantaba”.
Suelta un dato harto significativo: En el terremoto de 1985, la mayoría de las construcciones que cayeron eran edificios hechos por el gobierno. En el de 2017 prácticamente todo lo público se mantuvo en pie y cayó lo privado, resultado innegable de ese boom.
Frente a la corrupción “entre particulares y funcionarios públicos”, Pascoe no da concesiones. “Se optó por la fiebre de construcción sin prevención y vigilancia de la autoridad. Ahora hay que volver a la rigidez de antaño, reorientar todo el plan de desarrollo, conforme a las características y vocación de cada colonia”.
En ese sentido, piensa que en las elecciones el año entrante “puede obligarse a una nueva concepción de la Ciudad de México, una sociedad racional y donde se aplica la ley y que sea para los ciudadanos y no para la élite”. Eso, dice esbozando al fin una sonrisa, “es lo que espero de este nuevo entusiasmo social”.
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