Ante la multiplicación de las protestas por la gentrificación en Europa, los gobiernos han establecido distintas estrategias para tratar de resolver o reducir los efectos no deseados del desplazamiento de poblaciones.
POR ESTEBAN ORTIZ CASTAÑARES
En nuestra querida CDMX, mi generación vio y vivió, a causa del crecimiento y la transformación de la urbe, cómo zonas muy populares del centro o la Condesa y la colonia Roma de clase media –donde yo crecí—, se convirtieron en colonias de clase alta. Los edificios que en muchos casos eran vecindades o estaban semiabandonados, fueron remozados y actualmente lucen una personalidad de lujo que sorprende. A esto se le llama gentrificación. Este proceso es en esencia un cambio de identidad urbana, un barrio pobre o popular se convierte en una zona de clase media o alta. Este fenómeno es el contrario al de la pauperización (una zona rica se convierte en pobre), y siempre ha estado presente en las grandes urbes del mundo.
La identificación de la gentrificación como tal es relativamente moderna; se debe a Ruth Glass, cuando en 1964 estudió la transformación de los barrios de Islington y Notting Hill en Londres, Inglaterra, analizando los efectos positivos y negativos de dicho cambio.
La gentrificación se genera a causa de cambios económicos, tecnológicos, sociales o políticos, que modifican las estructuras originales de una ciudad; y por los cambios acelerados que las sociedades actualmente sufren, se ha vuelto particularmente patente.
La gentrificación en algunos casos es muy benéfica, como en los muelles de Nueva York o la isla de los almacenes de Hamburgo. Las áreas ya no fungían como centro de almacenaje y estaban llenas de basura, totalmente abandonadas y vacías. A través de una promoción gubernamental y remodelación urbana, miembros d la clase media –entre ellos de artistas– se empezaron a interesar por la zona y se mudaron a ella. Abrieron galerías, cafés y boutiques, que hicieron la zona mucho más bonita y atractiva, atrayendo a nuevos inversionistas. En la actualidad, ambos puntos se han vuelto referentes turísticos y culturales de esas metrópolis (en Hamburgo, en esa zona, está “La filarmónica del Elba”, que se considera como una de las mejores salas de conciertos del mundo).
Pero cuando la gentrificación se da en zonas pobladas también genera problemas no deseados. El incremento de los precios promueve la venta de predios de los pobladores originales y hace imposible para nuevas generaciones poder adquirir o rentar un inmueble, desplazando a la población original a otras zonas de la ciudad o incluso a otras urbes. Ello puede conllevar también a que se pierdan los elementos culturales y tradicionales que existen.
En el Londres de la revolución industrial, la generación de humo y hollín en las fábricas que se encontraban a las orillas del Tamez, y los vientos que se mueven del noroeste al sudeste, hicieron que la zona del este y sur de la ciudad estuvieran altamente contaminadas, y por lo tanto pobladas por los segmentos de la sociedad más empobrecida. La desaparición de las fábricas convirtió a estas zonas en interesantes para las clases media y alta, que buscaban un lugar donde vivir, cercano al centro donde trabajaban, pues las fábricas fueron sustituidas por oficinas. El efecto terminó haciendo que los vecinos originales se desplazaran a las zonas externas de la ciudad o inclusive a otras ciudades de Inglaterra. La zona mejoró, los edificios se renovaron; y en la actualidad inclusive gente de clase media ha sido desplazada, volviéndose una zona fundamentalmente de clase alta o de comercios.

En Berlín, el barrio de Kreuzberg en los ochenta estaba pegado al muro entre las dos 2 Alemanias; por ser una zona cerrada y de conflicto era habitada fundamentalmente por migrantes. En el 2000, el gobierno (del partido socialista SPD, por cierto) requería dinero para los grandes proyectos de la metrópoli, a fin de darle un lucimiento como la nueva gran capital de Alemania; y decidió vender gran parte de los predios que le pertenecía para capitalizarse (algo parecido a lo que pasó en la CDMX cuando AMLO era gobernador de la ciudad). Dos corporaciones inmobiliarias vieron un gran potencial en el lugar (Deutsche Wohnen y Vonovia) y compraron gran parte de los pedios. Las rentas controladas se dispararon, expulsando a los vecinos que fueron sustituidos por personas pudientes que buscaban puntos estratégicos céntricos y bien comunicados, ya sin el muro. La zona se remozó, la calidad de los vecinos originales empeoró (tuvieron que mudarse a la periferia de la ciudad) y muchos de los predios se convirtieron en Airbnb para el creciente turismo.
Un caso más moderno es el de Mallorca. Con 13.4 millones de visitantes en el 2024, se ha convertido en uno de los centros de turismo más importantes de Europa… y del mundo. El valor del terreno en la costa se ha vuelto tan alto, que solo grandes corporaciones del sector turístico pueden adquirirlos. Nuevamente Airbnb permitió que gran parte de los inmuebles en los pueblos de la zona del interior se utilicen como pensiones turísticas, haciendo que los residentes originales, en especial los que trabajan en sectores distintos, vendieran. La gente local joven, por los nuevos altos precios no pueden adquirir o rentar un lugar y se ven obligados a abandonar la zona o la isla.
La gentrificación generada por el turismo genera problemas adicionales. Tiende a desmantelar los sistemas económicos antiguos y generan una altísima dependencia a este sector. En Mallorca, hasta 1960, la producción en el sector primario (agro, ganadería y pesca) representaba la parte más importante del PIB (llegó a ser del 40%); actualmente prácticamente ha desaparecido (2% PIB), mientras que el turismo representa el 80% del PIB. Si el turismo desapareciera, la isla entraría en banca rota y es imposible que desarrolle otro tipo de sistema económico en corto plazo. Además, cuando no se establecen mecanismos de regulación (lo que ocurrió al menos al principio en Mallorca), el crecimiento del sector turístico incrementa la polarización de la riqueza. Los arrendatarios de inmuebles o propietarios de servicios relacionados acumulan la mayor cantidad de las ganancias generadas, mientras que los empleados y trabajadores no conexos al sector, son marginados por los bajísimos salarios.
Otro problema es que el turismo tiene ciclos fuertemente definidos. Se genera una sobre demanda en la época alta, en muchos casos con incidentes provocados por la falta de respeto al orden y a las reglas por parte de los turistas (borrachos que agreden en la calle, peleas, daño al medio ambiente, etcétera) y los precios suben volviéndose prohibitivos para el consumo local. En la época baja, los lugares y ciudades se vacían, tomando un aspecto tétrico, como de pueblos fantasmas. La mayoría de los locales comerciales cierran (a falta de demanda) y se establece una economía de subsistencia.
La gentrificación, en particular en las últimas décadas, ha provocado numerosas protestas. Las más recientes, en España, relacionadas con el sector turístico, en las ciudades de Barcelona, Madrid, Mallorca, San Sebastián y Granada. Los movimientos tratan de crear sensibilidad política y mundial a través de acciones como “Las pistolas de agua” (con las que mojaban a los turistas), tomas simbólicas de edificios o departamentos y las manifestaciones convencionales en las calles.
En atención a las demandas, los gobiernos europeos han establecido distintas estrategias para tratar de resolver o reducir estos efectos no deseados. Entre los más exitosos destacan:
- El desarrollo de marcos regulatorios, que limitan la cantidad de inmuebles destinados para la renta temporal turística (Airbnb) y el incremento excesivo en el precio de la renta (en esquemas de arrendamiento convencional).
- Creación de áreas de vivienda social (como el que se hizo en Viena), con rentas controladas.
- Cesión de espacios públicos a comunidades (caso de Nápoles), para usos socioculturales, fortalecimiento del tejido social y evitar la especulación.
- Creación de cooperativas de vivienda (caso de Lisboa y Córdoba). Se rehabilitan edificios patrimoniales para uso exclusivo de vivienda local, no turística. Un modelo similar es el que se hace actualmente en Copenhage, Dinamarca (ver artículo “La ciudad del futuro”, Julio 2022).
- Organizaciones de revisión de impacto ciudadano como entidades consultivas de la ciudad, como los observatorios urbanos de París.
- Fomento a la participación de las comunidades y la ciudadanía. De aquí se han derivado muy buenas opciones, en el caso turístico de Mallorca actualmente se está implementando un plan de transformación del turismo que tiene como objetivo el incentivar turismo acíclico (que viaje a la isla en las épocas bajas), turismo deportivo (con competencias internacionales), culturales (con eventos especiales) y de alto perfil (lujo), que permitan reducir el turismo de masas sin afectar las ganancias generadas por el sector, pero incrementando la protección cultural y ambiental de la isla.
Como se informó en Libre en el Sur (“CDMX se cuela al Top 10 mundial…”, 6 Julio 2025), la capital mexicana se está convirtiendo en una de las ciudades más recomendadas para vivir, lo que está generando fuerzas de gentrificación no deseada. Y las protestas ya comenzaron. La realizada el pasado 5 de julio en las colonias Roma y Condesa, a pesar de ser pequeña, resultó un foco rojo de atención para que las autoridades tomen ya medidas para evitar –y atender– los problemas que se empiezan a gestar.
Un crecimiento en extranjeros que vivan de manera temporal o fija en la ciudad o el del turismo, generará grandes beneficios, que siempre son deseables; pero se tienen que establecer sistemas regulatorios para no marginar a la población local, evitar que se destruya el medio ambiente y cultural de un lugar, y para que dicho crecimiento se oriente a un beneficio de las comunidades y una mejora en la infraestructura del lugar.
La gentrificación es uno de los problemas que nuestra ciudad padece y que, por falta de visión o intereses privados, no se está atendiendo de manera eficaz. Por eso vale la pena revisar las estrategias que han mitigado o reducido de manera exitosa el problema en otros lugares del mundo.
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