Libre en el Sur

Sanguijuelas y sangrías

Los facultativos encontraron en estas criaturas una herramienta primordial para el tratamiento y curación de diversas afecciones. Hoy las sanguijuelas están de regreso.

POR NADIA MENÉNDEZ DI PARDO

Este ensayo explora la importancia histórica y medicinal que tuvieron las sanguijuelas y por consiguiente las sangrías o los llamados sangrados en la historia de la medicina en México.

Las sangrías tenían por objeto la limpieza y la purificación de la sangre y paralelamente la eliminación de determinados humores que se acumulaban en el cuerpo debido a la manifestación de algún tipo de enfermedad en el organismo humano. Las sangrías fueron un mecanismo muy utilizado ya que quitaban el dolor de cabeza, los dolores de vientre, la fiebre, las convulsiones, problemas de circulación e inflamaciones, por mencionar algunos.

La sangría formaba parte de una técnica médica desarrollada en Europa, que de acuerdo con el doctor Castiglione, en la historia de la medicina jamás se había registrado un remedio más popular y más aceptado. Formaba parte de la tradición hipocrática y galénica y que durante la Edad Media alcanzó gran extensión. Si bien dicha práctica fue cuestionada por algunos médicos durante el Renacimiento, su uso volvió a extenderse notablemente durante los siglos XVIII y XIX dada la concepción médica dominante, en particular impulsada por las ideas del doctor Víctor Broussais.

Durante el periodo Colonial, las sanguijuelas adquirieron un papel muy destacado en la práctica médica en México. Esta técnica fue difundida por el saber médico español. De acuerdo con fuentes de la época, los facultativos encontraron en estas criaturas una herramienta primordial para el tratamiento y curación de diversas afecciones. Por lo tanto, el método de la “cura por la sangre”, se popularizó, y las sanguijuelas se convirtieron en el vehículo ideal del equilibrio fisiológico.

Es importante destacar, que la sangría o sangrado fue uno de los tratamientos Más recurrentes, el cual consistía en abrir o punzar una vena y dejar fluir determinada cantidad de sangre. Si bien este tratamiento es muy antiguo, el mismo fue fundamentado y fundido desde finales del siglo XVIII por los trabajos del médico francés Víctor Broussais. Este galeno tuvo notable influencia en la medicina mexicana. Broussais fue defensor de las sangrías y las sanguijuelas, ya que argumentaba que era más seguro el uso de estos anélidos al uso de la lanceta del cirujano o del barbero. Su aplicación fue muy extendida debido, entre otras razones a que ofrecía la posibilidad de extraer sangre sin que fuera necesario recurrir al barbero o al cirujano, y debe señalarse que esta práctica también fue cuestionada y criticada ya que parte de los facultativos explicaban que sangrar el cuerpo de un paciente, podía debilitarlo y por lo tanto no lo llevaba a su pronta recuperación, ya que en muchos casos había desangramientos, lo que encaminaba algunas veces a la muerte de los sujetos. Por lo que la aplicación de las sanguijuelas disminuyó la mortalidad ya que no existía riesgo de la pérdida de un gran volumen de sangre.

Cabe recordar, que, tanto en Europa como en México, el uso de las sanguijuelas favoreció notablemente la aplicación de la sangría, dado que se evitaba la intervención de realizar intervenciones quirúrgicas. En el procedimiento y aplicación de sanguijuelas, se elegía el sitio, por ejemplo, se colocaban cerca de las venas, en alguna parte de la espalda y para que las sanguijuelas se adhirieran a la piel, a menudo se utilizaban métodos como calentar ligeramente el área o introducirlas en agua tibia. Esto incentivaba a las sanguijuelas a buscar un punto de sujeción.

Por lo tanto, una vez estimuladas, se colocaban en el área seleccionada previamente y así con sus ventosas se aferraban firmemente a la piel y una vez adheridas, las sanguijuelas perforaban la piel con sus pequeños dientes y comenzaban a succionar la sangre. Esta acción era relativamente indolora debido a la naturaleza anestésica de las sustancias que liberaban las sanguijuelas durante el proceso. Respecto al tiempo en el que permanecían en el cuerpo, podía variar de minutos hasta una hora, posteriormente, las sanguijuelas se soltaban naturalmente o se retiraban cuidadosamente para evitar dañar la piel. Paralelamente a lo mencionado, si quedaban restos de sangre en el cuerpo del enfermo, se utilizaban apósitos o vendajes.

En muchos sitios, incluida la ciudad de México, se desarrollaron criaderos de sanguijuelas. En 1885, el señor Miguel Monti y Sorela pidió la licencia para obtener el privilegio exclusivo para establecer viveros de sanguijuelas, debido a su continua demanda.

Con el avance de la medicina moderna, las sanguijuelas cayeron en desuso en el siglo XX, debido a la introducción de tratamientos farmacológicos más sofisticados.

Sin embargo, en las últimas décadas ha habido un interés por rescatar esta práctica para ser aplicada en terapias complementarias y alternativas, lo que ha llevado a un resurgimiento del uso terapéutico de las sanguijuelas en México y otras partes del mundo. Aunque su uso no es tan extendido como en épocas anteriores. Es importante destacar que la llamada hirudoterapia moderna se realiza bajo estrictas regulaciones y supervisión médica y las sanguijuelas son criadas en condiciones controladas.

Investigaciones contemporáneas respaldan su eficacia en condiciones específicas, reafirmando así su relevancia y la importancia y continuidad que esta práctica ha tenido en la historia y la tradición de la medicina en México y el mundo.

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