A mi juicio estas son las principales demandas de los millones de ciudadanos que habitamos en la capital de la República Mexicana. Cada día que pasa nos sentimos más inseguros y vulnerables, el día a día se convierte en un verdadero tormento en cuestiones de movilidad.
A la patología de la delincuencia común que agobia al ciudadano de a pie, se suman ahora los males que traen consigo el crecimiento del crimen organizado en la Ciudad de México. Hecho que se ha evidenciado en diversas denuncias y testimonios de muchos intelectuales, escritores y periodistas avecindados en la colonia Condesa, de la delegación Cuauhtémoc. Constancia de la presencia de bandas organizadas. Para mí y los míos lo que sucede en la colonia Roma de dicha demarcación se traduce en cobro de piso de dos mil a tres mil pesos mensuales por individuos que dicen trabajar para la delegación y –aseguran es para “brindarles seguridad”–. Así, el pequeño negocio de mi hijo sufre dicha merma e impide la consolidación y crecimiento del mismo.
Para el conjunto de los mexicanos que habitamos a lo largo y ancho de nuestra nación, la inseguridad implicó un gasto, en el 2015, de 77 mil 901 millones de pesos en la instalación de medidas para protegerse de la delincuencia, lo que significó un incremento de 14 mil millones de pesos con respecto al año anterior.
Los reveladores datos arrojados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) y retomados por diversos diarios señalan que dicho incremento es el mayor registrado desde que se aplica la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública. En promedio, el año pasado cada mexicano gastó entre mil y 3 mil 500 pesos para cuidarse de la inseguridad. En 2014 la cifra era de entre mil 300 y tres mil pesos. Recursos que en su mayoría fueron para reforzar o establecer medidas de seguridad en sus hogares: más cerraduras y candados, cambiar puertas o asegurar ventanas, poner rejas o bardas, realizar acciones conjuntas con los vecinos y la compra de perros guardianes. Todo ello en aras de proteger a los suyos y su patrimonio.
Empero hay diversos hechos ilícitos que no se llegan a denunciar como son los robos a casa habitación, en los cuales los delincuentes llegan hasta con camiones de mudanza para saquearlas, pese a contar con servicios de vigilancia y seguridad, que en muchas ocasiones están coludidos con los propios malhechores.
Tan sólo ayer en su nota principal el matutito La Jornada destaca que la sangría por atracos es de la friolera de 236 mil 800 millones de pesos, entre los cuales el estado de México y la Ciudad de México tienen la mayor incidencia. Los delitos más frecuentes son los asaltos en la calle o en el transporte público, así como la extorsión telefónica. En dichas cifras se excluyen los números rojos y fatales que provoca el crimen organizado y la guerra contra los narcos. Se habla únicamente de delincuencia común, tan común como común resulta que te asalten en cada esquina o hasta en las vías “rápidas”, como en el periférico.
La delincuencia organizada y común está desbordada y las instituciones encargadas de brindar seguridad parecen rebasadas. El Ejército en las calles y combatiendo en zonas rojas controladas y asoladas por el narcotráfico escenifican una cruenta guerra que parece no tener fin. Las policías estatales y municipales no pueden combatirlos ni con el apoyo de los Federales y las cifras parecen rebasar cualquier imaginario.
Y ahora la ciudad de México, la de la esperanza, la rosada, la ciudad capital ocupa uno de los primeros lugares, a nivel nacional, en acciones de la delincuencia común como lo da a conocer el INEGI, a través de su última encuesta. Dirán las autoridades que es cosa de percepción, pero no, es cosa de haber sido violentado en tu patrimonio y seguridad, y en ello son pocos ciudadanos que la han librado.
Llamó la atención en redes sociales el doble asalto en pleno periférico a la altura de la fuente de Petróleos. Dos asaltantes armados amenazan a dos automovilistas a bordo de autos lujosos. El hecho fue captado por otro automovilista, quien inmediatamente lo subió a la web e hizo la denuncia correspondiente. La respuesta de la policía fue de una hora, tiempo suficiente para que los malandros se alejaran tranquilamente del lugar. Pero el hecho no es novedoso en una ciudad colapsada por el tráfico vehicular y donde se circula a vuelta de rueda. Los asaltos se han registrado en diversos puntos y se multiplican.
Asimismo los robos y asaltos en camiones públicos de pasajeros son una constante, así como los delincuentes ultimados, pero ello no los inhibe sino por lo contrario: los hace más violentos. Los tardíos operativos en puntos específicos si bien impiden el asalto ahí lo propician en otro lugar no vigilado. La respuesta ha sido lenta e in eficaz, así como poco eficiente el uso de las cámaras que presumen y pusieron por todos lados.
El jefe del gobierno de la ciudad, Miguel Ángel Mancera atribuye el hecho a la migración cucaracha que han hecho los delincuentes. Ello, asegura, los ha obligado a rediseñar y a reubicar la presencia policiaca.
Es decir que policías y ladrones juegan al gato y al ratón y el roedor siempre gana y se les escapa.
¿No habría que rediseñar toda la estrategia de combate al delito?
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