Especie originaria de Islas Canarias, España, La Palma de Reforma estaba rodeada de pavimento, en un espacio pequeño
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Aun cuando las urbes no son su morada original, las palmas o palmeras (ambos términos son adecuados) en Ciudad de México son adaptables y resistentes, sobreviven, pero no es su ambiente ideal, y esas condiciones las debilita, incluso las vuelve más vulnerables a enfermar, explicó Ivonne Guadalupe Olalde Omaña, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Luego del retiro de la emblemática palma de Paseo de la Reforma a causa de un padecimiento provocado por un escarabajo conocido como “Picudo rojo” (Rhynchophorus ferrugineus), de origen tropical, la especialista en árboles mencionó que también pueden ser atacadas por hongos y bacterias.
Cualquiera de estos afecta la parte del crecimiento, la más tierna o delicada se halla en la punta y en el centro, que es de donde emergen las hojas; al dañarse esta zona muere toda la palma. No es como un árbol que tiene varias ramas, indicó.
Es difícil determinar cuándo inicia su enfermedad, porque como son plantas altas es complicado mirar a esa altura si llega algún patógeno. A veces nos percatamos hasta que observamos que las hojas se secan, y se empiezan a doblar; cuando esto ocurre, es indicativo que el daño está avanzado.
La Técnica Académica del IB manifestó que la reciente muerte de palmeras en diversos sitios de la Ciudad de México ha sido la suma de eventos desafortunados, porque estos organismos no son mexicanos, sino que fueron retirados del lugar donde naturalmente crecen; es decir, de zonas costeras.
La palma aludida es del género Phoenix canariensis, que viene de las Islas Canarias, España, estaba rodeada de pavimento, en un espacio pequeño, además de que en la capital mexicana tenemos un periodo de lluvias abundante y luego uno de sequía; no es la mejor condición, acotó.
Ivonne Olalde indicó que se tiene registro de la mortandad de las palmeras, como ocurrió en 2013. “Inició en las zonas costeras y después en el estado de Hidalgo, y desde entonces se hablaba del Picudo rojo”.
Capital natural
La especialista universitaria consideró que es “una oportunidad para sustituir las palmas (al morir) con especies nativas mexicanas que sean más adecuadas para la Ciudad”.
Sería ideal, continuó, que volteáramos a ver las plantas de nuestro país que son de la región, la propia diversidad y riqueza natural, además de verificar qué variedad es la adecuada para cada sitio.
En la Ciudad de México, prosiguió, si se siembra un árbol que llega a alcanzar 20 metros, como un Fresno (originario y el más numeroso de la capital del país) y hay cables a cuatro metros de altura, lo recortarán una y otra vez, entonces empezará a levantar banquetas si está pegado a la casa.
Por ello, estimó, tenemos que efectuar una buena elección y pensar en cada sitio, determinar con qué espacio contamos tanto en el suelo como en la parte aérea, detectar por ejemplo si da frutos. El tejocote, el capulín, son ideales para los parques, pero tal vez no para las banquetas.
Cabe mencionar que de acuerdo con información de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, en las Islas Canarias se obtiene la miel de esta palma y se elabora una bebida alcohólica conocida como guarapo.
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